Por: Alexandra Ximenez

De startups e ideas: una historia de México

noviembre 13, 2011 / 1 Comentario
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Leyendo un artículo del 2010 de Paul Graham, me encontré con un artículo cuyo título llamo mi atención: Organic Startup Ideas. Y antes de dar un clic para leer la nota completa, hice un rápido análisis sobre si sería una crítica a las ideas orgánicas o estaría a favor de ellas.

¿Pero porqué la duda? Porque al menos en mi país, México, hablar de estos temas, incluso con gente que según apuesta por nuevas ideas, hablar de cosas orgánicas -en materia de emprendimiento, no de alimentos-, resulta en un sonoro: Son una pérdida de tiempo. Y en ese momento te empiezan a dibujar los pasos que debes seguir, te recomiendan voltear a los ejemplos de éxito, te instan a replicar fórmulas que ya fueron probadas. El miedo al fracaso es algo que nos domina. Por cultura.

Y para resumirlo en un ejemplo, hace poco, durante un congreso en mi ciudad, tuve la oportunidad de convivir con las personas que venían en la Hackspedition; algunos de ellos ingenieros en Twitter; otros, emprendedores y promotores de eventos como Startup Weekend, fundadores de coworkings, gente talentosa y exitosa.

En el congreso se realizo un pequeño evento, al cual llamaron desafío. La idea era que quienes se habían registrado, presentaran en 3 minutos una idea, explicaran para que servía y como iba a funcionar. Después de esto, un jurado, les podía realizar preguntas para resolver dudas y al final se daría a conocer al ganador.

Uno de los chicos que venía en la expedición, Denis, me contó, a manera de anécdota, como había visto a uno de los participantes practicar su presentación por lo menos 10 veces antes de subir al escenario. Me dijo que estaba impresionado, que no entendía porque tanto estrés. Y al finalizar su presentación -y ser cuestionado por los jurados- , al bajar, estaba temblando y aún nervioso.

Denis me preguntó: ¿de que tenía miedo? y yo le respondí sin pensarlo mucho: de fracasar. Y en ese momento iniciamos una conversación sobre el temor al fracaso. Le dije: Puede que en tu presentación hagas 10 cosas bien y 1 mal. La que siempre te van a señalar es esa, la que estuvo mal, sin ofrecer en la mayoría de los casos una idea que te ayude a mejorarla. Además de que la gente cree que la honestidad -brutal- es la mejor política, a nuestro parecer, como lo discutimos en nuestra plática, puede ser un error. Y nos tocó verlo ahí con los jueces, los participantes. Denis no habla español, y sin embargo podía captar el tono de las personas que calificaban a los participantes, veía sus reacciones y no sólo el, muchas personas notamos esto y en definitiva te hace pensar: ¿Así es como en México se va a motivar a las personas?, me señaló que en San Francisco es normal ver a la gente exponer sus ideas frente a otros, y que por el contrario a lo que temen es a que no les señalen ningún error, que les digan que todo está bien. Nuevamente, cultura.

Y no es que uno busque palmaditas en el hombro, pero hay maneras de decir las cosas. Es un balance. Les dicen críticas constructivas y no destructivas tengo entendido. Estamos en un país en el que hablar en público parece ser una fobia colectiva, en el que “el que dirán” es más importante que lo que tu realmente vas a decir. Y lo primero que se hace es desmotivar a un individuo, bajo la premisa de que: así es como se hace en todas las ciudades del mundo y porque no hay que ser condescendientes.

Pero alejando un poco lo negativo, no todo es así en nuestro país -gracias-.  Hay casos excepcionales de personas, comunidades, eventos y empresas (1), que instan a los jóvenes a crear, emprender, arriesgarse. Pero son los menos, aún. Es una cultura que estamos adoptando poco a poco; como todo cambio, no es algo que se da de la noche a la mañana. La cuestión es que ahí afuera, en las miles de familias y escuelas, hay muchos emprendedores en potencia y ellos tienen miedo de que les digan locos, tontos, irracionales, por tener una idea que no “cuadre” con el ecosistema, y es en esos lugares donde a las ideas se les mata mucho antes de nacer.

Tengo relativamente poco tiempo en este mundo de emprendimiento, de realmente conocer a la gente que está haciendo cosas increíbles, y si algo me queda claro es que no es sólo una palabra. Emprender es una actitud, es algo que se vive día a día, es algo que debemos buscar contagiar, como un virus. Hay que mostrarle a esos miles de emprendedores en potencia, que sólo se trata de dar un paso adelante, que hay herramientas, que hay gente que como ellos, alguna vez tuvieron una idea, y se atrevieron.

El artículo de Paul Graham que estuve leyendo me dejó en claro algo, las startups que se generan de ideas orgánicas son aquellas que nacen para satisfacer una necesidad que tenemos, un deseo, y que por lo general estas son las que terminan siendo un éxito. No nacen queriendo ser una empresa exitosa -ej: Facebook-, pero pueden llegar a serlo. No hay que desmotivarse si alguien no toma en serio lo que hacemos.

Si tienes una idea, encuentra a las personas adecuadas para hacerla -el trabajo en equipo es indispensable-, no permitas que alguien menosprecie tu labor, porque tu, al menos, estás haciendo algo. De ti depende ver a tus errores como un pozo o como una muralla, en el pozo puedes caer y quedarte ahí por siempre, la muralla, aunque con dificultades, puedes escalarla.

(1) Fondeadora, Mexican VC, Startup Weekend DF, Super Happy Dev House México, México Emprende, Tequila Valley, BetaDF, 27Hub, y más.

Alexandra Ximenez

spacer Escritora de contenidos web. Interesada y apasionada por todo lo relacionado con emprendimiento, social media y nuevas tecnologías. Estudió Ingeniería en Sistemas Computacionales. Síguela en Twitter: @aleximenez
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