Herbert Spencer

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Me formé como diseñador gráfico a comienzos de los 90 y tuve el privilegio de asistir al nacimiento del soporte digital como el nuevo paradigma de la comunicación. La irrupción de este medio produjo cambios profundos en nuestro oficio obligándonos a replantear las cosas en muchos y variados niveles.

Nos comenzamos a hacer preguntas acerca de los nuevos límites de nuestro trabajo y de las connotaciones que comenzó a tomar la palabra información1; tuvimos que cambiar la forma en que comprendíamos nuestras herramientas, que ahora eran el soporte. Pero sin duda, uno de los aspectos más significativos fue la redefinición de la palabra publicación ya que nos volvimos conscientes de la nueva y creciente interconexión y visibilidad que alcanzaba el discurso gráfico en este nuevo soporte conocido como Internet.

En diseño gráfico el acento está puesto en producir secuencias significativas que construyan la demora en el lector (le construyen un tiempo y una experiencia de lectura). Este cuidado por la continuidad fue desplazado con el advenimiento del hipertexto que nos demandaba una mirada distinta, mucho más preocupada del valor de la unidades discretas de comunicación (los nodos del nuevo grafo) y sus nuevas capacidades para reensamblarse en nuevas e inanticipadas secuencias, conformando continuidades a cargo ahora de la voluntad del lector. Nuestro modelo de publicación tuvo necesariamente que cambiar desde una concepción lineal y rítmica (de partitura musical) a un esquema topológico de conexiones semánticas; un espacio de cajas y flechas, de grafos con configuraciones arbóreas. Súbitamente, el lector fue investido de una nueva aura: podía articular su propia secuencia cada vez siendo un poco más autor y un poco menos espectador. El soporte digital festejó este nuevo modo trasladando su centro desde un cuidado por la poiética de la forma hacia la la nueva complejidad del lector, manifestada en la retórica de los públicos. Este cambio significó nuevos procesos para el diseño: metodologías de investigación centradas en las personas. Como en el soporte digital el lector (ahora usuario) alcanzó un rol principal, la atención se desplazó desde la expresividad de las formas —como un cuidado por la plástica de la forma gráfica— a la anticipación de la voluntad del lector por medio de la comprención de su contexto, sus necesidades, su cultura, etc; —el cuidado retórico por alcanzar a la audiencia. A esto lo llamamos diseño de segundo orden ya que se llega a la definición de la forma sólo en virtud de la comprensión del destinatario, el usuario: es indirecto.

Al pasar de los años, los servicios Web se volvieron más robustos y sofisticados. Las nuevas estructuras editoriales estaban diseñadas para permitir a sus comunidades de uso organizar sus contenidos de maneras mucho más colaborativas, transformándose ellas mismas en plataformas de interacción social. Las personas ahora podían compartir sus criterios de organización, las estructuras que antes estaban predefinidas centralmente ahora se volvían maleables para permitir la manipulación de su comunidad2. La así llamada Web 2.0 trajo la emergencia de comunidades de personas que compartían sus vocabularios, intereses y prácticas en una escala global.

Hoy en día, la Web nos ofrece cada vez más, nuevos modos de interacción y participación estableciendo nuevas formas de relacionarnos. En el futuro cercano, la Web estará embebida en todos nuestros artefactos y trascenderá la restricción de las pantallas, estará en todas partes y reducirá toda la distancia entre las personas y las fuentes de información; todo esto acompañado por la creciente tendencia de empoderar a las personas dándole más capacidad de acción y creación: éste es el espacio del diseño que nos toca explorar.

Actualmente soy profesor en la e[ad] Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV y trabajo en talleres de diseño (Taller de Diseño de cuarto Año, Talleres de Titulación y Gráfica Digital). También trabajo en AyerViernes en el área de estrategia y research. En Mayo de 2007 terminé un postgrado en Diseño de Interacción, en la Escuela de Diseño de Carnegie Mellon University. Realizo investigación en diseño de interacción en cuanto diseño para la democracia o capacidad para construir participación ciudadana. También investigo en el área de diseño de servicios y visualización de información. Otro campo de interés, no menor por cierto, es la web semántica como espacio de navegación.

También participo activamente en aiChile.org, agrupación chilena de arquitectos de información, con quienes organizamos regularmente un seminario anual para exponer los avances en la disciplina.
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  1. Ver “La Naturaleza de la Información“ [↩]
  2. Un ejemplo muy nítido es la irrupción de las folksonomías como “la voz del pueblo” que etiqueta y organiza la información. Con todas las fallas que puede tener un vocabulario no controlado la gran maravilla fue la capacidad de colaboración a escala global, o crowdsourcing. [↩]

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