Una crítica de: Colaborador
No puedo comenzar esta crítica sin agradecer al dúo Urbizu/Coronado, ya no ésta afilada y negrísima joya noir que es No Habrá Paz para los Malvados, sino su continua insistencia en arrojar un poco de luz en el lóbrego paisaje del cine español, que ya se prolonga a tres magnificas películas. (La Caja 507, La Vida Mancha).
Mas allá de contener en su núcleo el espíritu de aquellos géneros antaño conocidos como “de hombres”, (no olvidemos que La Vida Mancha tiene western en sus tripas), nos encontramos ante films hermanados por su voluntad de contar cosas, filmados con nervio y clasicismo, extremadamente honestos con el espectador, y radicalmente opuestos a las corrientes tetas, putas y maricones-sentimientos profundos ¡neng!-pajas pseudo intelectualoides-genios autocomplacientes que inventan la sopa de ajo- que nos flagelan sin piedad desde el cine patrio. (Poned cada uno los ejemplos que mas gustéis).
No Habrá Paz para los Malvados es la historia de Santos Trinidad, inspector de la división de personas desaparecidas que se ve implicado en un tiroteo estando fuera de servicio, y que emprenderá una carrera contrarreloj para evitar que sus actos salgan a la luz, que lo llevará a… y no puedo leer más sin desvelar los recovecos de un guión de hierro que firma el propio Urbizu a cuatro manos con Michel Gaztambide y que supedita en todo momento la trama, sin desmerecerla en absoluto, a un arrebatado estudio de personaje.
Este es uno de esos casos en que el guion es la película y podría estar tres parágrafos analizando su prodigiosa exactitud pero me veo incapaz de hacerlo sin arruinaros parte de la experiencia.
Tan sólo creedme cuando os digo que no será hasta un rato después de haber salido del cine, cuando todas las piezas encajen en vuestra cabeza y seáis conscientes de la magnitud de la tragedia que habéis presenciado.
Saboreando el film en la memoria voy recordando encuadres, miradas y frases que cobran significado sólo cuando el telón ha caído, o como diría San Pep: -¡Es una puta barbaridad!.
José Coronado merece un parágrafo para él solito. No recuerdo una composición de personaje tan precisa, una inhabitación de una piel ajena tan sobrecogedora en la historia reciente del cine español. Coronado se adhiere al leitmotiv estilístico de la película, menos es más, con un rigor estajanovista y, a partir de un trabajo basado en la contención, que dado el carácter icónico y el carisma que destila el personaje se me antoja dificilísimo, es capaz de transmitirnos lo que fue, es y será el personaje, siéndonos dosificada la información por la conjunción del implacable guion al que antes aludía y la inteligentísima edición de Urbizu.
Salvando las distancias también están más que correctos todos los secundarios, empezando por una sorprendente Helena Miquel. A los 5 minutos ya conseguí dejar de tararear Espíritu Santo cada vez que asomaba la jeta, y dado el nivel de penetración de la tonadilla de los cojones en mi diabólica cabeza, eso tiene mucho mérito.
El cuarto de hora inicial, retratando la alcohólica rutina nocturna de Santos, define el tono de la película a la perfección. Un ambiente sórdido, donde la corrupción y la incompetencia proliferan sin nadie que se les oponga y una tensión latente que emana, más que de la trama, de los personajes, de sus relaciones y del ambiente en que se mueven.
Urbizu mueve sus piezas con mano maestra en una dirección valiente y despojada de cualquier artificio, que entronca en ritmo, atmósfera crepuscular y temática con algunos títulos del Eastwood de los 80 y los 90. Normalmente sólo con pensar en una comparación similar me entrarían ganas de arrancarme los ojos, pero en éste caso en concreto, Urbizu, sin llegar a esas cotas de excelencia, aguanta el envite como un jabato a fuerza de sabiduría narrativa, composición de plano impecable y esa sensación de dejar respirar el celuloide tan característica del maestro.
Si tuviese que encontrar alguna pega a No Habrá Paz para los Malvados sería que el potencial de algunos personajes secundarios se antoja desaprovechado y sus motivaciones y líneas argumentales poco definidas.
Me hubiera gustado saber más y mejor de esa juez meticulosa y adicta al trabajo, de ese inspector en jefe inepto y presumiblemente corrupto, de ese Rachid y sus saltos mortales sin red para sobrevivir en el límite de lo legal.
Aunque incluso eso me parece una elección consciente de Urbizu y su coguionista. El hecho de sugerir motivos y caracteres sin acabar de definirlos nos sume en un teatro de sombras y desconfianza que envuelve a un ¿héroe? ¿villano? al que sí acabaremos conociendo hasta el tuétano.
El tráiler de la película puede llamar a engaño e incluso provocar que algunos desprevenidos salgan de la proyección algo decepcionados. No Habrá Paz para los Malvados no es una película de acción, pese a que empieza y termina con dos tiroteos que te clavan a la butaca, sino un noir amargo y reposado con puntuales explosiones de violencia eléctrica.
No quiero pecar de ser el típico gilipollas que atribuye a una obra miles de referentes que incluso el propio director desconoce, pero no puedo evitar percibir una cantidad ingente de cinefilia en No Habrá Paz para los Malvados.
Del clasicismo eastwoodiano, su tono crepuscular, y sus icónicos protagonistas, al ritmo sincopado y la violencia ambiental de Kitano, pasando por aromas del mejor polar y un ojo en los thrillers con denuncia a la Tavernier.
Pero Urbizu filtra todas esas posibles referencias y las destila en un estilo personal que le otorga el estatus de autor, ese que muchos otros intentan ferozmente auto adjudicarse desde el día que ruedan su primer cortometraje.
En definitiva muchos quilates de cine, en este refinamiento de lo que ya apuntaban sus anteriores películas.
Un creador que en su ausencia de pretensiones más allá de ejercer el grandioso oficio de narrador, ha alumbrado una rara avis de película.
Una maravilla minimalista, ferozmente nihilista y extrañamente hermosa.
Una vez más. Señores Urbizu y Coronado: GRACIAS
Doctor Diablo.
Recomendaciones:
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Ni lo uno ni lo otro.Es un cabronazo pero lo es por motivos más que sobrados, y SÍ es un (anti)héroe.La peli juega al engaño de forma magistral.Te presenta un personaje ,por contexto e imagen, que en apariencia es un monstruo pero si analizas a posteriori ni es corrupto, ni le interesa sacar tajada ni hace ningún mal a quien no lo merezca.
Acabo de verla ahora, me ha encantado, pero sere cortita, que el final no lo entiendo.
Alguien me puede decir SPOILERSSPOILERS si era un heroe y lo hacia todo aposta, o acaso es un cabron y le sale todo de chiripa? SPOILERSPOILERS
Gracias
Si una peli es buena, pues lo lógico es que se lleve buenas críticas. Por supuesto que esto no se cumple siempre pero tampoco tenemos por qué extrañarnos. Esta es la película que tenían que haber llevado a los Oscar. Es un género tan al gusto norteamericano que casi seguro no iba a pasar desapercibida. “Pa Negre” ya veremos si pasa el corte…
No es tan extraño.
Hasta Boyero habla bien de la pelicula, cosa extraña.
www.youtube.com/watch?v=dEqDUHheysg
Es español, sucio y desaliñado, y no se trata de Torrente, cae mal a todo el mundo, prefiere trabajar solo y posee una arma de gran calibre, y no se trata de Harry Callahan, es un policía, degradado y en continua resaca y no se trata de John McClane. Es Santos Trinidad, uno de los personajes mas duros que ha dado la filmografia de este país. Es José Coronado, que se ha olvidado de tomarse el bifidus.
“No habrá paz para los malvados” consigue mantenerte pegado a la butaca, con el corazón en un puño, durante las casi dos horas que dura, pero sin duda alguna, todo el peso recae sobre el personaje de Santos Trinidad, los otros personajes, incluidos los “malvados” están como de relleno, a muchos de ellos se les pierde la pista a lo largo del metraje.
Enrique Urbizu, nos hace acompañar a Santos Trinidad, por los antros y tugurios donde suenan bachatas y reggaeton, soportandolo a base de cubatas, con mucho ron y poca cola. Y en ese ritmo de que te das cuenta, ya ha pasado la película y ni te has enterado.
Otra muestra de que si se quiere se puede hacer buen cine de genero en España.