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Unas palabras a propsito de "La Realidad"
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02/12/2007
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A todo homenajeado, por el hecho de serlo, se le confiere el privilegio de atufar al personal con unas palabras que suelen derivar en ese discurso torrefacto que comienza con el yo no soy orador.

Yo no quiero ser menos privilegiado de lo usual pero tampoco soy Demstenes. Aunque os aseguro que vuestra paciencia no tiene nada que temer.
Como digo, no soy ducho en retrica y no tengo palabras nuevas que decir, pero s tengo unas cuantas bastante usadas. Son esas palabras que calafatean el nimo, cuando ste se agrieta y puede llegar a desfallecer por la dureza del temporal y unas circunstancias adversas que te cierran la boca. Palabras de las que te dicen que no todo est perdido, a pesar de la grisura y las tempestades del entorno. Las que te convencen de que, a pesar de todo, an queda oportunidad para que otro mundo sea posible en este mundo.

Son viejas y bellas palabras que han sobrevivido a la erosin de esa extraordinaria depredadora del lenguaje que es la historia oficial. Hablamos de solidaridad, utopa, amor, camaradera, generosidad, rebelda, justicia, humanismo, libertad, mundo, sustancia, poesa...etctera. Palabras de abajo.

Antes de continuar, vaya por delante mi agradecimiento profundo a todas aquellas personas y organizaciones sociales que han hecho posible este acto de solidaridad. Gracias tambin a los compaeros de fatigas -Pedro, Yolanda- supervivientes de un naufragio que, como la mayora de los naufragios que en el mundo han sido, no estaba previsto en el guin. Mi reconocimiento extremo a todos aquellos que con vuestro altrusmo y fidelidad hicisteis posible lo inslito de La Realidad. Y, sobre todo a Mara, mi compaera, el faro que ilumina mis das y sin cuya luz me habra quiz extraviado por la derrota de alguna niebla inconveniente.

Pero, ahora mismo, la pregunta que me asalta es: Por qu estamos aqu? Ms all de los motivos personales de cada cual, quiero creer que es por reconocimiento a una labor que fue abortada desde arriba y de qu manera, lo que acarrea un sentimiento de injusticia. Ello confiere a este acto un innegable carcter reivindicativo, cual es el rechazo de una libertad de expresin mutilada por la censura; siendo como lo es, esta libertad, la principal defensa de la sociedad civil frente a los poderes oscurantistas y especuladores de toda condicin.

As pues, no est de ms repetir que ste es el homenaje a un sueo truncado que se llam la Realidad. Hacer realidad los sueos es la impronta que ha guiado desde siempre a la humanidad que no es conservadora y rutinaria. Pero el nuestro lo convirtieron en pesadilla los poderes pblicos de una Normalidad anormal. La que sigue imperando por estos lares con sus contubernios y su circo, donde el programa es el ms difcil todava de lo mismo.

En efecto, si antes fueron las andanzas de un toro Sultn pluriempleado, ahora son las anchoas de un integrista costumbrismo infinito. Ambas son astutas variaciones en torno a un mismo tema. Un folklorismo poltico alicorto, caradura y sin sentido del ridculo que nos distrae las legislaturas, permitiendo perpetuar el intocable dominio de los amos de la finca. Para conseguirlo es fundamental que la opinin pblica, sobre los asuntos esenciales, permanezca entretenida, inexistente o amordazada.
Estos amos del prao son los mismos que ordenaron a sus secuaces decapitar la cabecera de la Realidad y servirla en bandeja judicial, ya que cada lunes les pona ante el espejo de la evidencia. Las querellas llovieron a mansalva, hasta que el honor encontr a su Laura Cuevas.

En el cine de mafiosos podemos ver cmo estos no dudan en matar a cualquier testigo de cargo, en su obsesin por parecer honorables. Ese afn de eliminar obstculos es tan real en la ficcin como en la vida misma. En un principio la pelcula de la Realidad era de combate a cuerpo limpio, pero no de submarinos repletos de torpedos, ni de cargas de profundidad, armas ofensivas para las que no haba defensa posible. No por falta de ganas sino de suficiente respaldo logstico.
Al fin y al cabo, la Realidad era el bautismo de una frgil y humilde cscara de nuez informativa en el ojo del huracn, haciendo frente a los embates, por activa o por pasiva, de tirios y troyanos. El milagro era poder hacer el peridico cada semana sin faltar a la cita con los lectores.

Echando una mirada retrospectiva, ni uno mismo se puede creer la capacidad de resistencia. Otro milagro es que dursemos dos aos, dando el do de pecho contra viento y marea en esta opereta siciliana que podramos llamar Bancabria, capital Badenmer. Un lugar remoto del planeta donde radica el origen y el pedigr de una principal familia financiera del neoliberalismo, la globalizacin mundial y su corolario el pensamiento nico.
Y eso se nota, aunque no se quiera ver en su justa dimensin. Pensar otra cosa sera pecar de ingenuidad o ser demasiado frvolos. Este es ese lugar donde las familias de la oligarqua premian con medallas de oro pblicas a un presunto delincuente de altura, uno de los suyos, por el gran mrito de pasear por el mundo el nombre de la ciudad que coincide con el logotipo de su negocio. Por ejemplo.

As que hasta los pies de esta hermosa baha no llega ninguna Operacin Malaya marbell. Ninguna judicatura anticorrupcin con ganas de trabajar como en Totana-Murcia. Se juzg reiteradamente a La Realidad y se aplic la pena maxima, pero ni el fiscal general del Estado se ha atrevido a acusar recibo de un botn bancario, amasado con dinero negro y blanqueado mediante masivas cesiones de crdito. La justicia la pintan ciega de imparcialidad, pero siempre seala a los mismos de la bajura que no pueden mimarla con suficientes conjuros.

En lo que respecta a mi modo de ver el periodismo, no puedo estar ms de acuerdo con el gran Ryszard Kapucinski (premio prncipe de Asturias de la Comunicacin) cuando titula un libro suyo Los cnicos no sirven para este oficio. Sin embargo, lo ms frecuente es que el baile de las acciones editoriales haga del periodismo precisamente un oficio de cnicos. Y o bien no quieren saber nada de lo que importa o slo cuentan cuarto y mitad de lo que saben.

La idea de poner en marcha una publicacin no obediente a nadie, pero que fuera sensible a la diversidad de voces e intereses de los de abajo, me surgi en 1998 tras mi paso por La Realidad de la Selva Lacandona, en el Chiapas zapatista. Pienso que, ocanos formales aparte, lo que all ocurre no es muy distinto que aqu: el abismo de una democracia virtual y vigilada, transformada en partitocracia y frecuentemente corrupta; mientras la sociedad civil acata todas las cargas, sin apenas capacidad para decir esta boca es ma.

Y no digamos para influir en las decisiones de las esferas del poder. Existen paralelismos inquietantes: si allende los mares son indgenas los ninguneados desde siglos, ac el drama existencial se cierne sobre los parados de larga duracin y otras minoras marginadas del supuesto estado de bienestar. Todos ellos configuran los eslabones sueltos de la cadena del orden global. Son las excrecencias de la historia con los que nadie cuenta para nada, salvo como simples estadsticas.

Una vez en los kioskos, nuestra publicacin nunca fue importante en tamao multimedia. Pero era un francotirador sumamente molesto para los negocios fraudulentos y emborronaba la que, sin duda alguna, es su mejor cobertura: la deliberada imagen de una comunidad buclica donde nunca pasa nada relevante, o al menos eso nos hacen creer. Si acaso, la elaboracin de exquisitas anchoas o las paradas reproductoras de un semental bovino con injerto de fibra de carbono.

Estaba claro que ramos insignificantes para la omnipotencia multimeditica del Opus Dei, pero defendamos la sociedad laica frente a todo tipo de sectarismos. La independencia social empieza por la autonoma de las personas individuales de cualquier dogma o atadura involuntaria.

No ramos ms que esa mota de polvo de las que se sacuden del traje con dos dedos, pero las 40 familias que se reparten a grandes rasgos la regin, con todos nosotros en calidad de simples inquilinos, tuvieron que echar mano de su ms potente aspirador. Y as poder seguir barriendo y escondiendo fraudes bajo la alfombra de la impunidad.

Ahora bien, con todo y con su poco tiempo de vida, la Realidad dej en el aire una semilla inconformista y una manera de hacer las cosas. Se demostr que, con cuatro palitroques y suficiente fuerza de voluntad, es posible decir verdades contrastadas en alta voz, por escrito y por dibujado. Malo ser que esa idea -o sus variantes de la misma- no est siendo recogida por otros espritus inquietos y diagonales; y as vuelva a brotar la crtica radical a unas formas de hacer que nos deforman como personas y como ciudadanos.

En lo que respecta a m personalmente, combatir con la palabra siempre ha sido un placer; no exento de riesgos evidentes, pero un placer al fin y al cabo.

Por todo ello y porque no sabemos ni queremos ser de otra manera, seguiremos luchando mientras podamos. En mi circunstancia actual, mediante un blog en Internet que desde ahora mismo os invito a visitar: ElAntdoto (www.patxibarrondo.com), un contraveneno bueno para expresar presunciones y resabios.

Finalmente, me vais a perdonar otra osada de homenajeado. Quisiera expresar un deseo libertario, en consonancia con la filosofa expresada en La Realidad: Un mundo donde quepan todos los mundos.
A la vista del emocionante xito de esta convocatoria, mi deseo es que las organizaciones convocantes se percaten de la magnitud de lo que han conseguido, enarbolando el humilde talismn de La Realidad a seis aos de su cierre. Y pienso que sera una pena que todo se disolviera aqu, en esta comida homenaje a lo que pudo ser pero que no dejaron crecer. Una oportunidad perdida para caminar juntos por el mismo sendero. Son tiempos de globalizar la lucha con imaginacin y sin dejar de ser quienes somos. El enemigo capitalista ataca por todos lados, en lo local y en lo universal. Nadie est salvo, la seguridad no est garantizada.

Yo digo y estoy convencido de que el estigma de las divisiones, sectarismos o reticencias no puede ser permanente. Sencillamente porque es un suicidio social que beneficia sobre todo a los seoros. Pienso que ecologistas, mujeres, ongs, independientes, cooperantes...Con la generosidad y determinacin de que han hecho gala aqu, en nombre de la Realidad, pueden converger y sumar la fuerza de su diversidad de identidades. Buscar lo que une y dejando a un lado lo que separa. Levantar un movimiento y conseguir la presencia suficiente como para que, a partir de esa base comn, esta sociedad civil tan anulada tenga influencia real en esta tierra. Un lugar tradicional donde la oligarqua y sus capataces dominan de manera abrumadora nuestras vidas y haciendas.

Para que nunca ms puedan cerrarnos la boca tan impunemente.


Muchas gracias de nuevo a todos por estar aqu y hasta siempre.
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