Domingo, Noviembre 1, 2009

De tiempo, dinero, culos y cabezas

Escrito a las 3:54 pm

spacer No tenía pensado escribir sobre el estudio de Morse que afirma que Twitter y las redes sociales cuestan a las empresas británicas un total de 1.380 millones de libras en productividad perdida. Me parecía una estupidez tan soberana y un análisis tan profundamente simplista, una falacia tan repetida a lo largo del tiempo, que lo consideraba completamente innecesario. Pero el hecho de que el “estudio” (si podemos llamar “estudio” a hacer cuatro multiplicaciones mal contadas) aparezca profusamente comentado en algunos sitios y haya salido en algunas preguntas en conferencias, me lleva a dedicarle una entrada.

El estudio, en realidad, es una encuesta de TNS a 1460 trabajadores en oficinas de la que se desprende que un 57% de ellos utilizan redes sociales durante su jornada laboral para temas personales, con una media de uso de cuarenta minutos a la semana. Con esos números, lo único que hace Morse es multiplicar la extrapolación del número total de trabajadores por su sueldo medio, y se descuelga con esos 1.380 millones de libras. Que no son más que una soberana estupidez. A ver, pensemos: ¿con qué comparamos esos cuarenta minutos de uso de redes sociales? ¿Con el café? ¿Veríamos razonable un titular que afirmase que el café cuesta a las empresas nosecuantos millones de libras?

La clave es cambiar los términos de las métricas utilizadas. En pleno siglo XXI, utilizar métricas de tiempo en una oficina como quien habla de un trabajador de una cadena de montaje es algo que, simplemente, no se sostiene. La productividad en una oficina no se mide en hojas escritas o formularios rellenados por minuto. El trabajador medio en una oficina recibe su sueldo por llevar a cabo una serie de tareas en las que emplea su intelecto, su cerebro, un cerebro que, cada día más, puede emplear como le venga en gana siempre que su rendimiento en el trabajo sea adecuado. Hay personas cuyo rendimiento se incrementa por el hecho de realizar pequeñas pausas, otras que prefieren períodos largos de concentración, y otras, cada día más, que prefieren desarrollar parte del trabajo en otro sitio, como por ejemplo en su casa. Que prefieren una mayor flexibilidad de horario a cambio de un nivel de productividad mayor. Por supuesto, para la empresa que piensa en términos de “cadena de montaje”, ese tipo de razonamientos suenan a “extravagancia”: son empresas que pagan por tener el culo de un empleado sentado en una silla durante un número determinado de horas al día: solo les falta ponerle un sensor en la silla para así medir el tiempo que utilizan en ir al baño, en fumar un cigarrillo o en tomar café. Ese tipo de actitudes, en los tiempos que vivimos, son simplemente arcaicas, absurdas e impresentables. Cada día más, las empresas optan por la única métrica razonable: comprobar la productividad de un trabajador, no el tiempo que pasa sentado en su silla. Si quiere leer el periódico, que lo lea. Si quiere actualizar su Facebook y su Twitter, también. Todo vale siempre que su trabajo esté bien hecho en un tiempo razonable. Comprar cabeza, uso de cerebro, en lugar de  medir el tiempo que su culo se pasa sentado sobre una silla.

Por supuesto, y lo hemos comentado en infinidad de ocasiones, esto no quita que las empresas no confundan permitir el uso con tolerar el abuso. Como pasó con muchas otras tecnologías, como el teléfono: cuando el teléfono era un recurso caro, las empresas controlaban las llamadas para usos personales. Hoy, a nadie se le ocurriría afearle a un empleado que use el teléfono de la oficina para llamar a su familia, pero sí se le llamaría la atención si apareciesen conferencias con el extranjero de una hora de duración. Una cosa es el uso, y otra el abuso. La lógica es la lógica. En el caso de las redes sociales, el problema de controlar el tiempo de uso es que, en general, hablamos de un uso no exclusivo: en muchos casos, el trabajador mantiene abierta una pestaña con Twitter o Facebook, y simplemente se pasa por ella cada cierto tiempo, una forma de mantenerse en contacto con su realidad social que resulta perfectamente compatible con un trabajo productivo y bien realizado.

Si en tu empresa han hecho la tontería de bloquearte las redes sociales, ya sabes: úsalas desde tu móvil, o aprende a saltarte los bloqueos. Si tu empresa no confía en el uso que haces de tu tiempo, plantéate si estás trabajando en la empresa adecuada. Cada día más, los trabajadores cualificados tomarán a las empresas que pretenden controlar el tiempo que tienen su culo sentado en la silla, y las mandarán a tomar por el ídem. La métrica de “tiempo de culo” en lugar de “tiempo de cabeza” genera empleados mediocres, carentes de compromiso, mientras impulsa a los más brillantes a salir lo antes posible de ahí. Exactamente como en el ya conocido efecto Mar Muerto. Si quieres que tu empresa se convierta en un Mar Muerto, lo tienes fácil: dedícate a pasear por ella con el cronómetro en la mano, y esgrime ante tus empleados estudios estúpidos como el de Morse. La empresa del futuro es humanista, no taylorista.

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Sábado, Octubre 31, 2009

Imaginando escenarios al revés: el impuesto a la ineficiencia

Escrito a las 1:24 pm

spacer Resulta curioso llevar a cabo el ejercicio mental de imaginar escenarios completamente al revés de los que vivimos actualmente: esta entrada, de hecho, está inspirada por la reciente ola de impuestos tecnológicos en trámite argumentados por diversas razones en países como México, Argentina o Reino Unido, o por pseudoimpuestos de legalidad discutible como el que vivimos en España con el canon digital, y por supuesto no pretende proponer el establecimiento de ningún tipo de tributo, sino solo especular brevemente con el escenario resultante de ello.

¿Qué debe gravar un impuesto? Si tomamos el principio rector teórico de los mismos, la “capacidad contributiva”, sugiere que el impuesto debe ser pagado por aquellos que pueden hacerlo, con el fin de consagrar el principio constitucional de equidad y el principio social de solidaridad. En muchos casos, además, el impuesto se utiliza para disuadir la compra de un determinado producto (caso, por ejemplo, de los impuestos al alcohol o al tabaco), fomentar o desalentar determinadas actividades económicas.

Pensemos, por ejemplo, en el canon digital: su uso plantea una serie de presuntos perjuicios a quienes editan y distribuyen obras en soportes físicos, tasando a quienes adquieren bienes de naturaleza tecnológica relacionados, aunque sea remotamente, con la realización de copias de dichas obras. ¿Cuál es el resultado neto? Se beneficia a la forma de distribución arcaica, ineficiente y antiecológica, mientras que se castiga o desincentiva mediante impuestos el uso de la tecnología, que resulta ser precisamente la manera eficiente de hacerlo. En México, por ejemplo, ocurre lo mismo: al considerar la tecnología como un lujo susceptible de ser tasado, se castiga o desincentiva a aquellos que la utilizan y que gracias a ello resultan ser más eficientes en el uso de otros recursos.

No considero preciso detenerme en las consideraciones relativas de ineficiencia: el análisis comparativo de los recursos implicados en la descarga a través de Internet de una obra, frente a la impresión de un folleto en color sobre papel couché satinado de alto gramaje, insertado en una caja rectangular de plástico transparente que contiene una oblea de policarbonato, aluminio y laca, distribuida en cajas de cartón metidas en camiones a redes de tiendas distantes entre sí para cubrir todo el territorio, y reproducido en un aparato dotado de un lector que dispara un haz de láser es algo que me parece suficientemente obvio, que habla por sí mismo. Descontando los costes de infraestructura (para transmitir por Internet hay que construir troncales, tender cables y poner centralitas, pero para transportar por carretera es preciso construir éstas, y en ambos casos hablamos de infraestructuras que sirven para infinidad de aplicaciones), quien pretenda defender que los métodos tradicionales son de alguna manera más eficientes lo va a tener verdaderamente complicado para convencernos. En el caso del papel, resulta completamente evidente que el papel pudo ser, en estadios tecnológicos primitivos, la manera más eficiente de diseminar una noticia, pero que hoy en día, imprimir un periódico en papel frente a diseminar dicha noticia a través de la red es una inversión de recursos clarísimamente ineficiente.

¿Qué hace que se mantengan esos nichos de ineficiencia? ¿Qué lleva a que ese distribuidor de música en camiones considere que su labor a todas luces ineficiente  debe ser protegida frente a una distribución digital infinitamente más eficiente? Las razones son varias, y van desde la falta de universalidad del nuevo medio – la llamada brecha digital – hasta la capacidad de dichos actores para defender su modo de vida ante el poder político exigiendo prebendas injustificadas, pasando por elementos como la tradición o la defensa de puestos de trabajo.

Pero vamos todavía un punto más allá: ¿qué ocurriría si las actividades que fuesen calificadas como claramente ineficientes fuesen objeto de un impuesto especial destinado a desincentivar dicha conducta ineficiente, y los recursos captados se empleasen en la reducción de dicha brecha digital? Puede usted adquirir un CD con música, pero dado que eso supone una gran ineficiencia frente a la distribución, será objeto de una tasación equivalente a la que recibe un bien de lujo, y con lo obtenido, financiaré la inclusión digital de aquellos más desfavorecidos. Puede usted adquirir un periódico en papel, pero dado que le resultaría mucho más eficiente en términos de recursos leerlo electrónicamente, le aplicaré un impuesto cuyo importe utilizaré para financiar la reforestación y la sustitución de espacios dedicados al cultivo de especies destinadas a la fabricación de pulpa de papel por bosques naturales de especies autóctonas. ¿Prefiere que corten árboles, los procesen emitiendo azufre a la atmósfera, los impriman con tinta, los distribuyan en camiones, etc. con el fin de que usted pueda leer las noticias en su sofá con los pies encima de la mesa del salón? Perfecto, pero además de pagarlo, deberá abonar el impuesto correspondiente al diferencial en el que obliga a incurrir. Básicamente, utilizaremos su capacidad contributiva para reparar lo que usted contribuye a romper. En el fondo, es parecido a lo que ocurre con un gran todoterreno: puede usted comprárselo y usarlo para lo que quiera, pero dado que hay formas más eficientes de desplazarse, le tasaré convenientemente por su mayor consumo con impuestos especiales en el momento de su adquisición (en algunos países) y al consumo adicional de gasolina.

Obviamente no soy fiscalista, y anticipo mis disculpas por los posibles errores conceptuales en la reflexión. Pero una transición hacia lo más eficiente nos llevaría de manera inmediata a un mejor uso de los recursos, a una mejora global y al desarrollo de una conciencia en la que el uso ineficiente es y debe ser penalizado. Considerar el papel, con un proceso de fabricación especialmente antiecológico y responsable no solo de contaminación directa, sino de la transformación extensiva de bosques en espacios de cultivo carentes de diversidad y ecológicamente aberrantes, como un lujo que debe ser tasado, provocaría que la distribución de información se desplazase a medios electrónicos, y a una financiación de la universalización de éstos vinculada a una consideración de Internet como derecho universal (como ha sido recientemente definido en países como Finlandia). Además, la tasación de la ineficiencia marcaría la necesidad para los proveedores tradicionales de desplazarse en busca de una mayor eficiencia, lo que evitaría que, como ocurre actualmente, penalizasen injustamente los nuevos modelos a expensas de los antiguos.

Como diría un norteamericano, “just food for thought”…

Technorati Tags: efficiency, progress, tax, technology tax

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Viernes, Octubre 30, 2009

Peter Fleischer y Nicole Wong, este martes en Madrid

Escrito a las 6:34 pm

spacer El próximo martes 3 de Noviembre, en IE Business School, tendremos la visita de dos de los mayores expertos de Google a nivel mundial, Peter Fleischer y Nicole Wong, para tratar un tema de discusión muy habitual en esta página: privacidad y libertad de expresión. La sesión, organizada por la Asociación de Antiguos Alumnos, se titula “Preserving privacy and freedom of expression in the age of the Internet”, será íntegramente en inglés y es de admisión abierta previa confirmación de asistencia en alumni@ie.edu.

Peter Fleischer es el Asesor para la Privacidad de Google a nivel mundial. Anteriormente estuvo a cargo de temas relacionados con privacidad y regulación en Microsoft. Es graduado por Harvard College, Harvard Law School y LMU-Munich, y ha trabajado la última década con base en París.

Nicole Wong es la Vicedirectora del Departamento de Asesoría Jurídica de Google a nivel mundial, y ha sido calificada como Google’s Censorship Czar por Fast Company, Google’s Gatekeeper por el New York Times, y The Decider por sus colegas en Google. Antes de incorporarse a Google, fue socia del bufete Perkins Coie, LLP, donde dirigía a un equipo de abogados especializado en asuntos relacionados con Internet: regulación de contenidos en la red, propiedad intelectual, privacidad, seguridad y comercio electrónico. Además, es conferenciante habitual y autora en temas relacionados con la interfaz entre ley y tecnología.

Me han pedido que los presente y que modere la sesión, así que si os animáis, nos veremos allí. La sesión tendrá lugar en las aulas S101 y S102 de Serrano 105, a las 18:00h.

Technorati Tags: freedom of expression, Google, IE Business School, Nicole Wong, Peter Fleischer, privacy

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Artículo sobre Aneesh Chopra, en Dinero

Escrito a las 11:01 am

Pedro A. Muñoz ha publicado en Dinero “Aneesh Chopra, el timonel de la tecnología de vanguardia“, un buen artículo sobre la figura del actual Chief Technology Officer del Gobierno de los Estados Unidos, en el que cita estas dos entradas anteriores mías.

Technorati Tags: Aneesh Chopra, CTO, Dinero, Pedro A. Muñoz, US

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La red y la unión europea, columna en Expansión

Escrito a las 9:55 am

Mi columna de Expansión de esta semana se titula “La red y la unión europea” (en pdf), y es la traslación de mis apuntes de la mesa redonda del pasado martes en la Comisión Nacional de Competencia (CNC), que ya publiqué anteriormente, para el formato y la audiencia de la columna.

(An English version of the article is available here – thanks, Carles)

Technorati Tags: electronic commerce, EU, Expansion

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Jueves, Octubre 29, 2009

Internet y un señor de Murcia

Escrito a las 7:29 pm

spacer La situación tiene su gracia: llego a Alicante, a donde volaba para dar una charla en la Confederación Regional de Organizaciones Empresariales de Murcia (CROEM), y me recoge en el aeropuerto un taxista enviado por la organización, Silverio. En la conversación me pregunta que de qué va mi charla, y le comento que hablo de cosas relacionadas con la tecnología y sus efectos sobre las personas y las empresas, para inmediatamente contestarme que a él ese tema le gusta, porque quién le iba a decir a él hace unos años que iba a conseguir clientes a través de su página web… Obviamente, con media hora de viaje por delante y una historia como esa, la conversación no se podía quedar ahí.

Silverio es un ejemplo bonito de cómo una actividad teóricamente low-tech se adapta a los tiempos que corren. Digo “teóricamente” low-tech porque el taxi de Silverio, y la mayoría de los taxis que veo últimamente, son una especie de SIMO con ruedas: entre el GPS, el taxímetro con cada vez más funciones, la radio y los paneles integrados de instrumentación del coche, aquello parece más una estación de seguimiento de satélites o algún tipo de unidad operativa de combate que un simple taxi para ir de un lado a otro. Si añadimos a esto que muchos taxistas, como hacemos todos, buscan música, descargan planos para el GPS, leen el periódico y hacen mil cosas más en la red, lo normal es que el caso de Silverio empiece a ser cada vez más norma que excepción.

Lo que hizo Silverio hace algunos años fue darse cuenta de que “eso de los buscadores” era un sitio en el que había que estar. Que eso lo usaba mucha gente y que, como me decía completamente lleno de razón, “si alguien busca las palabras ‘taxi’ y ‘Murcia’, pues va a ser que lo que necesita es un taxi en Murcia”. Así que se compró un dominio cortito y majo, mitaxi.net, y encargó una página web, que le hicieron “a la usanza de hace unos años”: toda en Flash, con menús que hacen ruidito al pasar el ratón y que despliegan las diferentes opciones. En ella puso lo que un profesional inteligente entiende que hay que poner: una presentación de sus servicios, fotos de su impecable coche, su teléfono bien visible en medio de la pantalla, y un formulario de presupuestos. Tras un tiempo, al ver que su posición en los buscadores no era demasiado buena – es lo que tiene el Flash, claro – decidió probar las Adwords de Google: suele estar en la primera posición del destacado superior al buscar ‘taxi’ y ‘Murcia’. Y le funciona. Es decir, en sus palabras, no es una cosa impresionante, pero es un canal por el que entran pedidos habitualmente, y por el que además ha captado algunos clientes repetitivos que con tan solo uno de ellos, amortiza bien a gusto el coste de todo el despliegue.

Por supuesto, me hice un pedacito de la presentación con el caso de Silverio, y aproveché para contarlo en la CROEM. Me pareció una buena manera de contar cómo no hace falta ser un ingeniero de cohetes ni estudiar muchísimo para empezar a usar Internet, y que la cosa puede funcionar para una empresa de miles de trabajadores, o para un autónomo con su taxi. Que tomar alguna decisión mala en un momento dado, como la de usar Flash, no impide que le saques partido al tema, y sí se pueden convertir en parte de un proceso de aprendizaje. El ejemplo de Silverio me dio para hablar tanto con él en el taxi como posteriormente con la audiencia sobre diseño web, posicionamiento, publicidad, y hasta de competencia, y para salirme de los típicos ejemplos de siempre a la hora de hablar de estas cosas.

Disclaimer: obviamente, ninguno :-)

Technorati Tags: conferences, CROEM, Murcia, Silverio, taxi

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Miércoles, Octubre 28, 2009

Llegó el Kindle

Escrito a las 6:06 pm

spacer Finalmente llegó el Kindle, una semana más tarde de lo que originalmente tendría que haber llegado. No se trata de un tema general, conozco personas a las que le llegó el día inicialmente previsto, el pasado miércoles. En mi caso, simplemente, los impredecibles hados de ese templo de la ineficiencia denominado aduana se torcieron por alguna razón: la semana adicional es debida, según indica DHL, exclusivamente a eso, el resto de los tránsitos se cumplieron con regularidad. Al menos esta vez no ha llegado con ningún tipo de cargo adicional, algo que ya me estaba temiendo. Los nada menos que $55,27 adicionales que Amazon me cobró en origen parecen haber sido suficientes para aplacar la furia recaudadora de la aduana española.

Tras la compra, Amazon aplicó un descuento de $20, debido según ellos a un recálculo de los precios en función de la demanda estimada.

En breve, en cuanto lo haya trasteado un poquito, publicaré una pequeña revisión. Vaya por anticipado que me sé de memoria todas las objeciones habituales que se plantean a este dispositivo: cerrado, vinculado a un tipo de formato y a una tienda determinada, etc. Pero dado que esa tienda es precisamente en la que más libros adquiero, y además los suelo adquirir típicamente en el momento en que se publican (el funcionamiento del filtro colaborativo de recomendaciones de Amazon cuando compras libros habitualmente de una serie de temáticas concretas es sencillamente espectacular), el dispositivo

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