Por

Jorge Vásquez

Miembro de Villactivos- Hiperbarrio

Tradicionalmente se ha dicho que en la mesa y en el juego se conoce el caballero. En esto podrá haber algo de verdad, pero donde se expresa con claridad el comportamiento caballero, es en el espacio público y específicamente en la vía pública.

Caballero, cortez, noble, hidalgo, digno, son términos que heredamos de la época de los cruzados y los castillos para referirnos a una persona respetuosa, generosa, cordial.

La moderna acepción para todos esos términos es la de comportamiento ciudadano, vivido como parte de la democracia, entendida esta no solo como forma de gobierno, sino sobre todo como un estilo de vida basado en el respeto por la persona humana, por la dignidad humana.

Las vías públicas podríamos compararlas con las venas de la ciudad, y a las personas que se movilizan a pie o en cualquier vehículo, con  la sangre; y las normas que debemos cumplir son la garantía de una buena circulación. El incumplimiento de las normas, cuando arrebatamos la vía a otro conductor, nos pasamos los semáforos, manejamos excediendo la velocidad permitida, irrespetamos al  peatón o cuando ejercemos de peatones y, no usamos los puentes peatonales o invadimos la vía con riesgo de un accidente, se convierten en trombos que pueden producir infartos en la circulación de la sangre de nuestra ciudad.

Medellín,  le apostó  desde hace unas décadas a modernizar la ciudad para hacerla amable y generosa con sus ciudadanos, por esto, promueve la cultura ciudadana desde la escuela,  implemento el metro, el metro cable, construye el metro plus, construirá el tranvía de Buenos Aires y un nuevo cable, para servir a los menos atendidos de la comuna 8, y además entrega los domingos, algunas de sus vías, para que su gente  haga deporte cuidada por la autoridad. Aquí en este punto no resisto la tentación de hacer las odiosas comparaciones y me pongo a pensar, cómo ha cambiado la actitud de las autoridades 40 años después de que algunos de nosotros pagamos calabozo en la inspección de policía de Manrique Oriental por haber sido sorprendidos jugando fútbol en las vías públicas, ante la falta de canchas en los barrios.

Medellín es generosa, pero en el barrio Villatina merece ser resaltado como ejemplo también de generosidad, de trato digno a su gente, el servicio público de transporte  que presta la empresa Cootransvi :  al ingresar a los  vehículos es normal que el conductor nos reciba con “un buenos días”, “buenas tardes”, “buenas noches”.

Se destaca  la pericia y prudencia con la cual manejan sus vehículos en  las calles estrechas que serpentean por las laderas del barrio; el respeto con el derecho del otro, incluso el respeto a costumbres curiosas establecidas, creo que por los conductores mismos, en una parte de la vía, donde los vehículos transitan por la calzada izquierda en completa armonía para facilitar el ingreso al ascenso de  la llamada “estrechura”.

Ya dentro del vehículo, se destacan detalles que son cariño para el pasajero: el buen estado de sus sillas, el aseo; sobre la mampara  que delimita el espacio del conductor está pegado a la vista, una calcomanía con la foto y los datos del conductor y los de la empresa. En estos días  se puede leer un comunicado de la empresa en el cual se anuncia la  implementación de  un sistema de fichos que el conductor entregará, para permitir que aquellos pasajeros que pagan con billetes de alta denominación y se bajan olvidando sus devueltas, recuperen su dinero; pero también se leen avisos como ” no grite, toque el timbre” con el cual se pretende refinar las costumbres de las gentes y evitar el: “parelo”, “pare don”, “parada”, “téngalo”  que traen desde sus diversas procedencias.

Desde el principio el ser humano sintió desasosiego al comparar sus capacidades con el pájaro que volaba, el pez que nadaba, el músculo y la velocidad de las fieras, el poder  de las tormentas, el fuego del rayo y los volcanes. El invento posterior de las máquinas suplió en parte este sentimiento: lo hizo sentir poderoso

Por eso algunos seres humanos cuando se colocan frente a los controles de una máquina, el volante de un vehículo, el gatillo de una arma reeditan el delirio de grandeza que experimento el ser humano con sus primeras conquistas tecnológicas y dotados de este sentimiento tratan a sus congéneres con irrespeto y en ocasiones les quitan la vida con sus máquinas. Cuántos veces el manubrio de una moto nos llena el vacío de autoestima, el camión que manejamos para la empresa nos hace sentir superiores, nos lleva a ver a nuestros vecinos de a pie como infelices.

En fin, el remedio para el irrespeto en las vías es comportarnos como verdaderos caballeros, lo cual nos es más que practicar la cultura ciudadana en el aspecto de circulación, cumpliendo  las normas de transporte y tránsito, pero además encimando un poquito de generosidad y cariño como lo hacen los conductores de la empresa de transporte de Villatina que es una de las tantas gracias del barrio.