Por: Juan Carlos Caicedo Zapata
Quiero compartir este aparte de mi Trabajo de Grado, titulado: “Los significados de ser mujer y ser hombre para niñas y niños en contextos urbanos permeados por la violencia y la militarización de la vida civil”, realizado con una muestra de 40 niños y niñas del barrio Villatina en el 2010. Con la intención que todos los que somos responsables (padres, madres, familias, grupos, instituciones y organizaciones) de la crianza, socialización, formación y educación de niños y niñas, tomemos conciencia de la responsabilidad de hacer de ellos y ellas, HOMBRES Y MUJERES DE BIEN PARA LA SOCIEDAD.
En el marco de los procesos de socialización y crianza de hijos e hijas, se acostumbra preguntar a los niños y las niñas acerca de lo que en un futuro quisieran llegar a ser (“cuándo grandes”). Ante esta pregunta, muchos niños y niñas, tienden a responder utilizando referentes familiares, escolares, barriales, televisivos, que aparecen influenciados por los estereotipos de género, según los cuáles determinadas profesiones u oficios son para los hombres y otras para las mujeres. En consecuencia, encontramos con que algunos niños quieren ser médicos, bomberos, policías o se identifican con algún superhéroe de moda; mientras las niñas sueñan con ser enfermeras o maestras; y porque no, también se identifican con alguna modelo o artista de televisión.
Sin embargo, es cada vez más común encontrar que niños y niñas se identifiquen y sueñen con ser policías, soldados, “héroes de acero”, jefe de una banda, guerrilleros, el “duro” de un combo, o bien la novia del “un duro”; y conseguir dinero fácil haciendo los “cruces”. Asimismo, otros referentes en la socialización de niños y niñas, son los contenidos de los medios de comunicación masiva (televisión e internet), que transmiten mensajes donde la violencia, el narcotráfico, las armas, el dinero fácil y los estereotipos de ser hombre y de ser mujer, son antepuestas a las relaciones sociales.
En este sentido, los procesos de socialización de niños y niñas están influenciados por los roles y estereotipos de género que se dan en contextos sociales, económicos, políticos y culturales específicos. En el caso colombiano, donde vivimos un conflicto armado prolongado y altamente degradado, asistimos también a una creciente militarización de la vida civil[1], que se puede observar en la publicidad militar por medios masivos; la promoción de los valores militares en telenovelas colombianas[2], el uso de vídeo juegos de carácter militarista; el uso de prendas militares que se han puesto de moda no sólo en Colombia, sino en el mundo entero; los discursos estatales que la única salida que le dan al conflicto colombiano es la resolución a través de la guerra; y la presencia de soldados en escuelas y colegios realizando acciones cívicas.
Esta creciente exacerbación de lo militar, asociado a la violencia generada y producida en contextos de conflicto armado urbano y rural, incide en los referentes de masculinidad y feminidad, por ende, en el comportamiento de la población infantil. Dichos comportamientos son el resultado del contexto sociocultural en el que viven los niños y las niñas en Colombia (en nuestro caso en la ciudad de Medellín, barrio Villatina), y de la extrema vulnerabilidad de sus derechos, afectados por las violencias urbanas y el conflicto armado urbano, la presencia del narcotráfico, desmovilizados, bandas delincuenciales y la violencia intrafamiliar.
Al respecto Martha Bello y Sandra Ruiz, resumen claramente las implicaciones de la guerra en los niños y las niñas: “los niños y niñas colombianos han nacido y crecido en medio de un conflicto intenso y degradado, algunos viven la guerra directamente, porque están en medio del fuego, porque deben empuñar las armas, observar al enemigo, recoger información y participar de manera activa en el conflicto, otros como espectadores de las “últimas noticias” y primicias de los medios de comunicación, espectadores de imágenes que invaden sus espacios y relaciones y que amenazan con arrebatar las figuras y lugares que les proveen afecto y seguridad”[3].
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[1] En la coyuntura de la política de Estado denominada “Política de Defensa y Seguridad Democrática”, que tenía como objetivo reforzar y garantizar el Estado de Derecho en todo el territorio, mediante el fortalecimiento de la autoridad democrática, el imperio de la ley y la participación activa de los ciudadanos en los asuntos de interés común, donde se destaca la incorporación de soldados campesinos, la creación de redes de informantes; y la propuesta en febrero del 2010 del ex presidente Uribe, de vincular a 1000 jóvenes estudiantes de Medellín a la red de informantes.
[2] Ejemplo, la Telenovela “Oye Bonita del Canal Caracol”, donde su protagonista “Monchi Maestre” en medio de la trama de la novela, es requerido por el Ejército Nacional para prestar su Servicio Militar Obligatorio, se aprovecha la novela para enviar mensajes que estimulan los valores militares y la entrega de los jóvenes al Ejército.
[3] BELLO, Martha y RUIZ, Sandra. “Conflicto armado, niñez y juventud. Una perspectiva sicosocial” Editorial: Ediciones Antropos Ltda. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2002. 427 pp.