Uno no elige la familia, el lugar de nacimiento, nada. Dicen que a los seres cercanos s, pero es mentira. Vas por la vida y se te va pegando gente, como bichos en la parrilla del auto. Y los vas aprendiendo a querer, y lo que es ms importante: a dejar que te quieran.

Hay cosas que slo me pasan a m. No me definen ni me enorgullecen, y con el tiempo me darn risa. Pero cuando me suceden siento unas ganas increbles de salir corriendo no s adnde; pero afuera de este cuerpo generoso y dilatado, eso seguro.

Soy la mejor amiga de Romualda, aunque la desagradecida me haga quedar como una tilinga Barbie. No me importa porque yo la quiero por ms limn y agreta que sea. Es mi amiga y es ma, ma y ma.

Sangra, bombea, sufre, se desborda y est habitado por los irreemplazables. Los amores cercanos, las heridas al sol, los recuerdos tronantes. Y me lleva a los empujones por la vida, y claro, as nos va.

Del trabajo a la casa, y de la casa al hogar. Ja! Del arado al molino y del molino al rebenque est ms cerca de la verdad. Porque, decime A m me vieron la cara o qu?

Como las abolladuras en el chasis, los pliegues en la memoria y las rayitas en la cara, lo que viene de atrs trae el impulso y marca la direccin del viaje. Ac dejo constancia de eso y otras cosas.

S seor: no me quiero ir de este mundo sin darme unos cuantos gustos, sin sacarme algunas dudas, sin adentrarme un poco ms all. Eso s; algunas van a demorar, y otras todava no es que no las tenga claras. Ni yemas las tengo. Y todo va a estar ac.

Si la vida me pasara por al lado, ni me llamara la atencin. Por suerte me cruza por adentro, y me invita a ejercitar los ojos. Dejar una mirada sobre las cosas es aduerselas un poco. No para someterlas, sino abrindoles un poco tu puerta para cuando decidan entrar.

Parece que el alma tiene contrapesos, y la vida se empea en metrtelos en la mochila. Ac no hay flores ni pajaritos; otros baldos y cuervos. Ms vale fiero conocido que lindo por conocer? And a contarselo a tu abuela.

Es el arca de No contempornea. Pero los animales vamos de a dos, de a tres y de a cientos, la lluvia se cuela por los agujeros, y para colmo de males, a los que se quedaron abajo les va mucho peor. Ah: con el tiempo, la casa se transforma en tu segunda oficina.

Cosas de las que no me tengo que olvidar, pero no puedo lograr que los dems se acuerden.