mar
01
2013
Mojar el chupo en alguna sustancia dulce era “mano de santo” para tranquilizar a los bebés, al menos por un instante. Así se relajaban y llegaban a dormirse, garantizando a sus padres un poco de calma. Pero dicha costumbre, además de quitarle el apetito, puede provocarle caries.
El consejo médico es que ni se nos ocurra hacer esto. Los niños deben ingerir los alimentos que su pediatra prescriba y en el orden que él disponga. Dado que la mayoría de los bebés sólo y exclusivamente toman leche materna durante los primeros seis meses de vida, y que con eso tienen todas sus necesidades cubiertas, es evidente que el azúcar resulta un agregado innecesario. Además, algunos casos de botulismo en lactantes se han relacionado con el consumo de miel contaminada.
Por otro lado, los pediatras recomiendan que el azúcar y la sal se den lo más tarde posible y en muy poca cantidad. Ya llegará el momento en que habrá que incluir dichas sustancias en la alimentación infantil, porque desde el año de edad los pequeños podrán comer casi lo mismo que el resto de la familia, pero tampoco es bueno el exceso de azúcar y sal en la dieta de los adultos.
Otro factor a tener en consideración es que el azúcar aumenta el riesgo de obesidad. El sabor dulce es el más querido por los bebés y si le ofrecemos azúcares estaremos dificultando la aceptación de otros sabores. Por último, recordemos también que el azúcar resulta una amenaza para los dientes; es el principal responsable de las caries.
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