Duomo Ediciones

La casa de los agujeros, Nicholson Baker.

Vuelve Nicholson Baker después de El antólogo.

A partir de hoy podéis encontrar en las librerías la novedad de febrero de Nefelibata, La casa de los agujeros, una versión moderna de las bacanales de El Bosco.

Aquí podéis leer el primer capítulo de la novela.

«Un libro erótico, perturbador y cómico. Puede desafiar al lector habituado a las novelas literarias con su exceso puramente deslumbrante de imaginación.»
SLATE

«Salvaje y alucinante. Cada página ofrece algo inteligente y divertido. Está lleno de audacia, alegría, agudeza y vigor.»
THE WASHINGTON POST

 

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Publicado en Nicholson Baker, Nefelibata, La casa de los agujeros, El antlogo el 6 de febrero de 2012 a las 09:00.

Introduccin del libro Una historia poltica de los intelectuales

 

Introducción

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Esta historia nació de una frustración. A medida que avanzaba la escritura de Une histoire de France, tenía la sensación de ser prisionero de la política, grande o pequeña, de los entresijos del poder y de una única especie de grandes hombres, los poseedores de la autoridad suprema. Los movimientos de la sociedad se me escapaban entre los dedos; la vida de las ideas aparecía al trasluz; las artes y las letras constituían un lejano telón de fondo. Y a los hombres de Estado no los cuestionaban más que sus pares y los aprendices de sus pares: Napoleón se las tenía con Alejandro y Wellington, nunca con Chateaubriand; Clemenceau nunca se encontraba a Péguy en su camino; De Gaulle escapaba al bombardeo de Sartre.

De aquí surge el deseo de enrocarse como en el ajedrez y dejar a un lado a los intelectuales. Extraña palabra nacida, como es sabido, en el episodio del caso Dreyfus, pero que corresponde a una realidad mucho más antigua. ¿Dónde situar el punto de partida de este linaje? ¿En Sócrates o en Platón? ¿En santo Tomás de Aquino? ¿En Erasmo? Que cada uno opine lo que quiera.

El intelectual moderno nace, según mi punto de vista, en el siglo XVIII, cuando escapa a la influencia de la realeza y a la omnipresencia religiosa. Es la sociedad la que constituye a partir de ese momento su líquido amniótico, y no ya la monarquía ni la Iglesia. Adopta una posición para enfrentarse al poder; ese enfrentamiento define su identidad tanto como su trabajo de creación. La opinión pública y la posteridad no se equivocan. Bergson es un filósofo, no un intelectual, pero Camus sí lo es. Gracq es un novelista, pero Aragon es un intelectual. Proust es... Proust, pero Gide es un intelectual. Esta percepción intuitiva corresponde a una definición casi natural. El intelectual piensa el mundo, ya sea parcialmente, e incluso incidentalmente, pero se sitúa plenamente en él: las palabras son actos; las ideas, armas; las teorías, cánones. Es, lo mismo que la di- versidad de los quesos, la variedad de los paisajes o la pasión por las revoluciones, una especialidad muy francesa.

Hay pensadores en todas partes, igual de importantes o incluso más esenciales, pero Burke no interpreta su partitura como Benjamin Constant, ni Darwin como Victor Hugo, ni Keynes como Malraux. Del mismo modo, allí donde con más fuerza resopló el espíritu, es decir, en la Alemania del siglo XIX, ni Fichte, ni Hegel, ni Marx ni Nietzsche son intelectuales en el sentido francés del término. Dibujan el universo, las clases, las razas, pero no se erigen como opositores al poder de un sistema político cuya destrucción algunos desean, sin embargo. ¿Quién puede imaginar a Nietzsche tronando como Zola, a Marx polemizando como Hugo o más tarde a Thomas Mann partiendo, como Gide, a un peregrinaje ambiguo a la unión Soviética?

Así pues, salí en busca de un personaje de lo más francés: el intelectual. En busca también de una respuesta a una pregunta insistente: ¿por qué los intelectuales franceses piensan de manera cada vez más equivocada, a medida que pasan las décadas? ¿Por qué consiguen llevar a cabo combates teñidos de humanismo y simultáneamente divagan ideológicamente? ¿Por qué el matiz, la mesura y el equilibrio se han convertido para la mayoría, incluso hoy, en palabras obscenas? No tengo la presunción de juzgar ni su talento para escribir, ni su potencia creadora, ni su genio artístico, sino que me contento con observarlos pertrechado del minucioso rasero de la influencia que han querido ejercer sobre la sociedad de su tiempo y de las opiniones que nunca han dejado de proclamar.

Del mismo modo que me atreví, como historiador de fin de semana, a escribir una Historie de France, como intelectual de pacotilla me arriesgo a atacar a la corporación más poderosa de nuestro país a lo largo del tiempo. Múltiples digresiones, callejones sin sa- lida deliberados, opciones asumidas, osados atajos, despropósitos deliberados, innumerables juicios tajantes: ahí están todos los ingredientes necesarios para sufrir un proceso por brujería. Pero hablar de los intelectuales, que tan a menudo cultivan una chirriante mala intención, con un poco de mala intención juguetona, no está prohibido. Ésa es mi apuesta. 

 

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Citas de Una historia poltica de los intelectuales, de Alain Minc.

 

 

 

(...) Pretextos

 


«Antes de la entrada en liza de Zola, existía una vida del espíritu; a partir de “Yo acuso” se abre no ya una historia intelectual, sino una historia de los intelectuales.»

Pág 206

 

«El intelectual piensa el mundo, ya sea parcialmente, e incluso incidentalmente, pero se sitúa plenamente en él: las palabras son actos; las ideas, armas; las teorías, cánones.»

Pág 8

 

«Algunos, como Malraux, pasaron de la izquierda a la derecha; otros, como Mauriac, de la derecha a la izquierda; algunos permanecieron fieles a una línea original, como Camus o Aron. Sartre, por su parte, da vértigo y no dejará de hacerlo durante las décadas siguientes. Pero los reyes tienen derecho a la impunidad, como los papas a la infalibilidad y el jefe de Les Temps Modernes se beneficiará de ello hasta hartarse.» 

Pág 367

 

«En casa de madame de Tencin, se abolían las fronteras y las clases a favor del único criterio evidente: la inteligencia. Ciertamente su predecesora, madame de Lambert, se había atrevido a mezclar en su salón a aristócratas y a hombres de letras, como si las diferencias de casta pudieran desvanecerse mientras dura una conversación.» 

Pág 13

 

«Cazar en manada es siempre una ventaja. Sartre sin Beauvoir y sin la corte no habría podido llevar a cabo semejantes idas y venidas políticas con tan mínimo coste. Amigo del PC, adversario, compañero de ruta, de nuevo adversario. Ningún otro intelectual se balanceó tanto ideológicamente.» 

Pág 367

 

«[Bernard-Henri Lévy] es el primer intelectual que maneja la televisión con la misma eficacia que lo había hecho, en el mundo de la política, Valéry Giscard d’Estaing. Al mismo nivel que el instrumento, va conociendo intuitivamente sus resortes. Tras él, como después de Giscard, ni los intelectuales ni los políticos podrán comunicarse a la antigua.» 

Pág 412

 

Una historia política de los intelectuales ya está en las librerías.

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Esto empieza a doler

Hoy llega a las librerías Esto empieza a doler, de James Landun. Aquí podéis leer el cuento que da nombre al libro. 

 

 

Esto empieza a doler

–¿Ha comido bien, señor Bryar?
–Un almuerzo excelente.
–¿Sorleys?
–No, un sitio... un sitio chino.
–Ha llamado su esposa.
Telefoneó a casa y se puso su mujer.
–Lo siento, cariño. Un almuerzo complicado...
Le resultaba extraño estar mintiéndole de nuevo. ¡Y sobre 
un funeral!

–Va a venir Tom. Haz un alto en Dalgliesh, ¿quieres?, y pilla un salmón. Que no sea de piscifactoría. La verdad es que más vale que vayas tirando, no sea que se acaben.

Corría el mes de julio de un verano asfixiante. Caminaba lentamente, pensando en la ceremonia a la que acababa de acudir. Entre la media docena de deudos, sólo conocía al abogado que le había presentado a Marie diez años atrás y que le había informado de su muerte la semana pasada. Se había llevado una sorpresa mayúscula: no sabía que estaba enferma, aunque también es cierto que hacía siete años que no la veía. Estuvo llorando de manera incontrolable durante todo el servicio fúnebre.

El dependiente de Dalgliesh extrajo un pescado del tamaño de su brazo de una cubeta con hielo y algas marinas.

–¿Qué le parece? –Vale. ¿Podría...? –¿Limpiárselo, señor? –Por favor.

El hombre rajó el vientre de la criatura con un cuchillo de hoja corta y arrojó a un cubo las entrañas de color beige. Lavó el conjunto de escamas y carne roja y luego envolvió el pescado en un papel y lo metió en una bolsa de plástico.

Era diez centímetros demasiado largo para la nevera de la oficina.

–Mierda.

Bajó al almacén. Por el suelo se veían algunas trampas para ratones y cucarachas con su respectivo ocupante, pero se estaba más fresco que arriba. Con cierta prevención, metió el pescado en el cajón de un viejo archivador metálico.

Durante lo que quedaba de tarde, estuvo trabajando en los nuevos listados de alquileres. Cuando lo dejó, los ojos le ardían. Se había hecho tarde y tenía que darse prisa en llegar al metro. Sudando y echando el bofe, se plantó en Charing Cross justo a tiempo de pillar el tren de las seis cuarenta.

Una vez en el vagón, abarrotado de gente encaminada hacia su fin de semana, acabó pensando en Marie. No podían permitirse ir a hoteles, así que ella hacía como que mostraba interés por una de las propiedades de las que se encargaba la empresa de él. Cada casa en la que entraban era un mundo diferente. Hacer el amor en «la mansioncita victoriana suntuosamente decorada» o en el «apartamento con jardín coquetón» era aventurarse en una serie de vidas posibles, cada una de ellas con sus propias e imprudentes alegrías: una tarde eran unos ricos rentistas; la siguiente, una pareja de estudiantes bohemios... Durante tres años, él se había sentido el hombre más feliz del mundo, y el más afortunado. Marie nunca le pidió que abandonase a su familia, cosa que él consideraba también como parte de su suerte. Y un buen día, repentinamente, ella puso punto final a la relación.

–Estoy enamorada de ti –le dijo con toda serenidad– y esto empieza a doler.

Su mujer lo estaba esperando fuera de la estación. –¿Dónde está el salmón? –le preguntó.
Y un horror repentino se apoderó de él.
–Me... Me lo he dejado.

Ella apartó la vista de manera abrupta y luego se lo quedó mirando fijamente un instante.

–Tú eres tonto –le dijo–. Tonto de capirote.

 

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Primeras pginas de Diario de un ngel

UNA PLUMA CELESTIAL


Al morir, me convertí en ángel guardián. nandita me dio la noticia en el más allá sin preámbulos ni
pequeña charla introductoria. ¿Saben esa manera que tienen los dentistas de preguntar cuáles son tus planes de navidad justo antes de arrancarte un diente? Bueno, pues nada de eso. Fue sencillamente así:
–Margot ha muerto, niña. Margot ha muerto. –En absoluto –dije–. no estoy muerta. lo dijo de nuevo. «Margot ha muerto.» Siguió diciéndolo. Me
cogió ambas manos con las suyas y dijo: «Sé que es muy duro, he dejado atrás a cinco niños sin padre en Pakistán. Todo irá bien». Tuve que salir de allí. Miré en torno y vi que estábamos en un valle rodeado de cipreses con un pequeño lago a un par de metros de donde nos hallábamos. El agua estaba protegida por espadañas cuyas cabezas aterciopeladas como micrófonos esperaban difundir mi respuesta. Bueno, no iba a haber ninguna. Advertí la mancha de una carretera gris a lo lejos entre los prados. Empecé a caminar.
–Espera –dijo nandita–. Quiero que conozcas a alguien.
–¿A quién? –dije–. ¿A Dios? Hemos llegado a la cima de lo Absurdo y estamos clavando la bandera.
–Quiero que conozcas a Ruth –dijo nandita, cogiéndome de la mano y llevándome hacia el lago.
–¿Dónde? Me incliné hacia delante, mirando a lo lejos entre los árboles.
–Ahí –dijo, señalando mi reflejo. Y me empujó hacia delante. Algunos ángeles guardianes son enviados de vuelta para vigilar
a hermanos, niños, gente a la que querían. Yo volví con Margot. Volví conmigo misma. Soy mi propio ángel guardián, un escriba monástico de la biografía del arrepentimiento, que tropieza sobre sus recuerdos, arrastrada por el tornado de una historia que no puedo cambiar.
no debería decir «no puedo cambiar». los ángeles guardianes, como todos sabemos, evitan nuestras muertes más de mil veces. Es el deber de todo ángel guardián proteger contra toda palabra, acto y consecuencia que no se corresponda con el libre albedrío. Somos los que nos aseguramos de que no ocurran accidentes. Pero lo nuestro es el cambio. Cambiamos las cosas cada segundo de cada minuto de cada día.
Cada día veo entre bastidores las experiencias que yo debería haber tenido, la gente a la que debería haber amado, y querría coger una pluma celestial y cambiarlo todo. Quiero escribir un guión para mí misma. Quiero escribir a esa mujer, la mujer que yo era, y decirle todo lo que sé. Y quiero preguntarle: «Margot. Dime cómo moriste».

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Diario de un ngel, en libreras

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SI PUDIERAS VOLVER ATRÁS, ¿QUÉ CAMBIARÍAS DE TU VIDA?

MÁS ALLÁ DE LA MUERTE, EL AMOR PERMANECE.

Diario de un ángel, de Carolyn Jess-Cooke ya está en las librerías, esperando tener la acogida que le han dado países como Italia, Reino Unido, Holanda y Portugal. Una fábula moderna que ha sido traducida a 20 idiomas.

De  Carolyn dicen que es la nueva Audrey Niffeneger. Conócela en su página web y ve la entrevista en este video.

 

 

 

 

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Navidad 2012

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El hueso de albaricoque, Jean Giono

Esta semana llega a librerías El hueso de albaricoque, un libro que reúne cuatro cuentos del escritor de relevancia universal Jean Giono, autor de El hombre que plantaba árboles. Cuatro deliciosos cuentos, inéditos hasta hoy incluso en Francia.

Aquí podéis leer un fragmento de El hueso de albaricoque, el cuento que da título al libro.

 

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Primer captulo de En peligro, de Wilbur Smith.

EL MUNDO ES UN LUGAR CADA VEZ MÁS PELIGROSO
Llegó un mensaje en el móvil:
Están ocurriendo cosas terribles. Hay hombres extraños con armas.

 

Ya está en librerías lo último de Wilbur Smith, la novela número 33 de uno de los novelistas más leídos y vendidos del mundo.

2011 ha sido el año de lanzamiento del thriller En peligro a nivel mundial. LLega a España justo después de haber sido publicada en Italia, Sudáfrica, Reino Unido, Irlanda, India, Australia, Nueva Zelanda, Hungría, Argentina, Canadá, Estados Unidos, Francia, Noruega, Holanda, Finlandia, República Checa y Dinamarca.

Si ya conoces a Wilbur Smith, estarás deseando leer el primer capítulo. Si aún no lo conoces, ¿a qué esperas?

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Publicado en Wilbur Smith, novela, thriller, En peligro el 9 de noviembre de 2011 a las 11:15.

La psiquiatra, un autntico psicothriller.

La psiquiatra está enganchando a todo el que lo lee. Si os gusta el psichothriller, no os decepcionará.

Los libreros que lo han leído, incluso los no fans del género, quedaron gratamente sorprendidos. Nos dijeron cosas como estas.

¿Y vosotros, qué opináis?
 Nos encantaría que compartiérais vuestros comentarios con nosotros y los demás lectores en twitter y facebook

“En la línea de Verdon o de lo mejor de Katzenbach …¡Me encantó! Inquietante; hacía tiempo que no
leía algo así de bueno…”


“…El libro está guapo, guapo… Un gran porcentaje de víctimas de asesinatos prefiere que el asesino no sea inteligente. Así se aseguran morir solo una vez…. notable prosa al servicio de un colosal ejercicio de equívocos, hasta hacernos dudar de a qué lado del papel nos encontramos. ¡Brillante y absorbente!”

" Menos de 48 horas para que lo acabara, y atrapa desde el primer momento; su estructura es muy buena."


"Anoche terminé con la agonía de Ellen… ¡ Menuda trama!. Absorbente, escalofriante e impredecible. no podrás soltarla ni un segundo y su desenlace te dejará sin aliento….. y estupefacto. Hace mucho tiempo que no disfrutaba de un final tan bien
hilado. Para mí el mejor personaje es Mark, el psiquiatra que trabaja con Ellen en la planta nueve, no
lo pierdan de vista…”

“La trama te obliga a no parar de leer y cuando lo haces tomas aire para volver…”spacer

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Publicado en La psiquiatra, thriller, psicothriller, novela, wulf dorn el 3 de noviembre de 2011 a las 20:30.

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