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Hasta siempre, Andoni
Posted on March 4, 2012 by blogdevanessa
Hace ya 16 años que Luis me dijo una tarde: ‘quiero que conozcas a alguien’. Era una de nuestras primeras citas e inmediatamente tuve la sensación de que aquellos sonrientes ojos del color del mar del norte debían darme el visto bueno. En muy poco tiempo, las mejillas sonrosadas, el flequillo de niño travieso, aquel bigotito de maitre de la Belle Epoque, la risa generosa y la ironía a pie de boca dibujaron ante mi un personaje único, que todo novelista habría querido crear pero que él mismo había hecho posible. Un nombre al que habría de querer y que, como a aquella taberna de la que no recuerdo el nombre, bautizaría a todos los templos que vendrían detrás, donde muchos acudimos en procesión semana tras semana, año tras año, hasta hace unos días, para confesarnos en el altar de su barra. Todos aquellos lugares se llamaron, sin excepción y a pesar de lo que rezara su cartel, “donde Andoni”.
A Andoni le gustaban los barcos, mirar a los ojos, sonreí antes de que abrieras la puerta, sorprender a sus amigos con algo rico, llevarles la contraria por tonterías, leer libros de Historia. Pero, sobre todas las cosas a Andoni le gustaba el mar, su Madrid y las personas.
¿Vamos donde Andoni?, me decía Luis nada más pisar la ciudad después de un largo viaje. Porque ir a verle era rencontrarse con otros amigos que le hicieran compañía, era sentirse, por fin, en casa.
Cómo te echamos ya de menos: porque alrededor tuyo, como satélites que rondan una estrella que necesitan que los ilumine, nos hemos conocido muchos, nos hemos querido y nos seguimos queriendo. El otro día, en la primera de las despedidas, todos los que brindamos por ti compartíamos tres cosas: el habernos conocido por tu culpa, que por cada uno de nosotros hiciste algo importante y que de cada uno guardabas un gran secreto, un archivo confidencial que se esfuma contigo.
Nunca olvidaré el día que salió a la calle mi primera novela. Yo venía de viaje y cuando fuimos a brindar contigo, me dijiste con una sonrisa tierna: ‘Anda, date la vuelta’. Y detrás, una pila de libros listos para ser firmados. La primera firma de mi vida… Uno de los primeros momentos en que me sentí escritora.
Por todo esto y por muchas más cosas que no podría recoger con palabras, tus amigos nos hemos ido despidiendo de ti estos días: actores, músicos, directores, ingenieros, abogados, empresarios, que solo teníamos en común ser tus amigos, esos a los que diagnosticabas su estado de ánimo con sólo mirarlos, a los que prestabas tus oídos y de los que, aún así, te sorprendía su apoyo incondicional. Hace poco escribías en Facebook: “A pesar de todo, soy un privilegiado”. Pero no tuviste la suerte de tener buenos amigos. Nosotros tuvimos la fortuna de tenerte.
Yo, personalmente, voy a echar mucho de menos entrar por la puerta de Kupela y exclamar “Monsieur Antoine!” para que fuera respondido con un “Mon amour!”. Tu célebre “yo para andar así me casaba” para interrumpir un beso, tu “¿cómo estas?” seguido de “no era una pregunta, era una afirmación” y que, cada tercer jueves de diciembre nos tuvieras preparada una copa de champán para que pudiéramos salir corriendo al pie del reloj de correos para celebrar nuestro aniversario. Cuando nos despedíamos y yo decía “me voy”, tú siempre respondías “porque quieres”, pero sabías que no era así. Y esta vez te nos has ido tú, que tampoco querías.
Todos presumíamos de Andoni. Porque era un lujo ser su amigo, porque era especial para nosotros y quizás por eso lo atrapamos cada uno a nuestra manera. Luis encontraba en estos días la única partitura que había dedicado a alguien, una variación del cumpleaños feliz y yo le convertí en un personaje de mi primera novela para compartirle con otros, para guardarle en algún sitio para siempre.
No sé qué vamos a hacer cuando dejemos de brindar por tu vida. Te nos has ido de repente y demasiado pronto. No sé quién va a cocinar en el txoco y en las barbacoas, quién va a hacerme compañía cuando coma por el centro, quién nos va a dar consejos sobre buenos vinos, recetas y libros de ensayo. Hace unos días se alzaron las voces de tus amigos en un réquiem y cuando salimos de tu parroquia de siempre, entre calles con nombre marino, sí, lo sentimos muchos, nos olió a mar. Quizás vino a recogerte.
Desde hoy, tus amigos, aquellos a los que dedicaste gran parte de tu corta vida, vagaremos, por las calles de éste, tu Madrid, en el que esta noche te lloran los gatos. Vagaremos juntos pero perdidos, unidos gracias a ti como una flota de barcos desorientados que no encuentran ese faro en la costa que les anunciaba que habían vuelto a casa.
Hasta siempre, Andoni. Buena travesía, querido amigo.
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One Response to Hasta siempre, Andoni
Lo conocí gracias a Luis y a ti, no lo traté tanto como hubiera querido, pero siempre me hizo sentir que una taberna podía ser mucho más que una taberna y que muchas vidas cabían dentro de una vida. He llorado al enterarme. Un abrazo fuerte, amigos.