Lo que hice este verano, 3

Posted on septiembre 22, 2010 | 6 comentarios

Hoy es el último día del verano y yo apenas comienzo a contarles lo que he hecho y no he hecho en dicha estación. La verdad es que me he vuelto imperdonablemente negligente con este blog, si comparamos lo que escribo ahora con lo que escribo antes.

Pero bueno, aquí estoy otra vez.

spacer Anoche puse en nuestra paginita de Facebook una pregunta sincera: “Si un vino te resulta demasiado denso y pesado, ¿consideras diluirlo con un chorrito de agua?” Me encontraba ante un tintazo mediterráneo que rayaba el 15% de alcohol y decidí darle un poquitín de ayuda para que no cayera tan… Bueno, eso, pesado. Un poquito de agua mineral hizo maravillas. No solamente adquirió el vino facetas aromáticas y de sabor, sino que el volumen—tanto del vino en su estado original como de alcohol total— ingerido se redujo. En vez de dos copas de aquella cosa tan potente, me tomé dos copas de algo mucho más amable y bonito, de las cuales una parte era agüita agregada.

Anoche era verano, o sea que esa vaina la hice en verano. Pero iba a otra cosa. Hace ya unas siete semanas inicié con un prestigioso gordólogo local una dieta radical para bajar de peso. Mi salud peligraba a causa del barrigón que había echado. Pesaba 244 libras (110.67 kilos, para el contingente europeo). Mi metabolismo de diabético insulinodependiente veteranísimo estaba casi anulado. Había caido en dosis masivas de insulina y tan sólo respirar me engordaba.

Tenía que perder entre 40 y 50 libras y era ya.

La buena noticia es que llevo ya veintialgo. La dieta funciona y mi metabolismo está de nuevo funcionando, lo que en sí es un gran logro. Incluso puedo beber vino con la cena, o sea que mi calidad de vida no es que se haya afectado tanto. Como ustedes saben, soy más bien de un comer saludable, orgánico y puro.

Pues contemplaba yo los casi 15 de alcohol de aquel tintón y recordé un artículo que me había llegado hace unos días, pegado a uno de esos necios e-mails publicitarios de alguna compañía a la que compré un decantador, o un sacacorchos, o algún protector para llevar botellas en la maleta cuando viajo. El artículo, de la nutrióloga y autora norteamericana Susan Yager, trataba sobre las calorías del vino, particularmente las calorías vacías que se traga la gente que bebe vinos de alto grado alcohólico. Traduzco el párrafo clave, para los no angloparlantes y para que no se nos olvide ni por un nanosegundo:

Aunque raras veces es mencionada, la cantidad de alcohol en un vino es más significativa que el número de onzas de vino en la copa. Primero que nada, es el alcohol el que tiene las calorías. Un gramo de proteina o hidratos de carbono tiene 4 calorías y un gramo de grasa, 9. Un gramo de alcohol tiene 7.

5 onzas de vino al 8% de alcohol por volumen tienen, según Yager, 64 calorías. La misma cantidad al 15% de alcohol tiene 120 calorías.

Lo que le jode la dieta a cualquiera, amigos y amigas. No digo yo que vayamos a beber rieslingcitos al 8%. Pero la verdad es que si una copa de vino al 12.5% de alcohol tiene un 24% menos calorías que el vinón aquel del 15%, el argumento para exigir menores graduaciones se pinta solito.

Porque después miren que adelgazar cuesta trabajo…

Pienso en la cantidad de historias que he leido sobre el alza de la obesidad en diversas poblaciones. Conecto con ese nefasto regalo norteamericano al mundo que es la “comida chatarra”, rica en calorías vacías y poco más. Luego conecto con la crisis de las altas graduaciones alcohólicas en el vino. Muchos le echan la culpa al calentamiento global. Alguno que otro en España ha excusado a vinos desde Cataluña hasta Castilla por ser “mediterráneos”, justificando así alcoholes de 15% para arriba—claro, no conciben que en Sicilia, tan mediterránea como quien más, existan tintos felices con 12.5%. Claro, a nadie se le ocurre ver una agencia humana detrás de todo esto, un “mono ve, mono hace” que ha llevado a que la “nueva normalidad” ya sea 14% de alcohol por volumen en vez de 12.5%.

Y ahí está, el vino de alto grado, rico en calorías vacías. ¿A qué y quién se lo deberemos? El que tenga, a nivel de fondo y de forma, tanto en común con la comida-basura de cualquier fast food debiera resultarnos alarmante. Y debiéramos acabar de rechazarlo de una buena vez. Nos sentiremos mejor. Y nos veremos mejor.

Ya sé. Tendrán mucha curiosidad en cuanto a la pinta que tengo después de dos meses de dieta, con esta mentalidad tan cortacalorías que me gasto ahora. Pues la verdad es que se me caen los pantalones, pero aún no colgaré fotos. Eso lo dejo para el triunfal momento en el que entre cómodamente en aquella camiseta de AC/DC talla “M” que tengo por ahí guardada, la que me ponía hace un cuarto de siglo.

Les dejo con este garabato de una idea. Y con una música ligera, baja en calorías, pero vitalizante. Lo último del genial Of Montreal…

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Lo que hice este verano, 2

Posted on septiembre 18, 2010 | 4 comentarios

Me está costando lo suyo esto de sacar tiempo para bloguear. Muchas cosas demandan mi atención y, si voy a serles honesto, el vino se ha vuelto meramente una bebida con la que lubricar la cena. Cosa que puede ser, cuando se llega a ciertos cruces de caminos en la vida, muy positiva.

Llevaba yo ya demasiados años en una posición que bien podría describirse como “militante” en cuanto a vino se refiere. No tenía reparos en entrarle a cualquier debate y creo que se me daba bien la defensa de mis ideas. Incluso hasta he vivido para ver algunas, otrora tildadas de disparates talibanescos, convertirse en la nueva postura “in” para aquellos que de la postura viven.

Por mi parte, acabo los días tan extenuado y harto de todo que sólo me apetece una copa buena, honesta, sin pretensiones ni pendejadas. Si hay buena compañía con que compartirla, mejor. Pero tampoco me está mal consumirla solito con mis pensamientos.

Abriendo una de las tantas ventanitas y [uertecitas que tiene esta vida que me ha tocado, me doy cuenta de que la militancia se me habrá marchitado, pero quedan sus sedimentos. En esos momentos en que, copa delante, me pongo a analizar restos de ideas, a veces me acontecen iluminaciones.

La banda sonora de muchos de esos momentos es Arab Strap:

Son decisiones sobre lo que me importa y lo que no. A veces la línea entre una categoría y la otra es finísima e incolora.

Pensaba yo, una buena tarde de ésas, en tanta gente que se proclama “amante del vino” y, sin embargo, sólo compra y bebe un tipo de vino. Tiende a ser tinto y aburridísimo. Mucho roble. Poca acidez. Mucho alcohol. Poca chicha verdadera. Usualmente se trata de seres humanos a los que les encanta la frase “Ribera del Duero”.

La iluminación viene cuando reconozco que me moriría del asco si mi vinivida transcurriera así.

Limitar la experiencia del vino según color, corpulencia y amueblamiento del caldo me parece una de esas cosas imperdonables. No me la perdonaría a mí mismo y no veo por que perdonársela a otros. Lo del de gustibus vaya a la porra. Una vida excitante y profunda puede contagiar todo aquello que uno consume. Y si aquello que uno consume trae en sí diversidad de colores, matices y profundidades, ¡maravilla!

No viene al caso. O sí. Aquí creo que tengo ganas de The Beta Band:

El clip me lleva a un curioso momento de julio. Estaba yo en Chambers spacer Street Wines y ví algo que… Bueno, mejor compartir la foto y dejar que cada quien reaccione como mejor le parezca.

A aquella botella de Viña Tondonia Rosado 2000 le habían endilgado un anillo de papel rojo que proclamaba sus virtudes con una cita de Eric Asimov. La tipografía titular del New York Times añadía gravitas al conjunto.

Y yo pensé inmediatamente que si un vino no necesita ese tipo de tonterías es el Tondonia Rosado. ¿Porque qué diablos pueden pretender comunicar los que idearon esa bobería que los adeptos de ese vino no conozcamos y creamos fielmente ya? ¿Es un “gancho” para atraer a consumidores casuales?

El Camblor de hace un par de años hubiese embarcado en una meditación sociopolíticoeconómicocultural sobre el por qué de esta horterada gringoide que definitivamente no concordaba en lo absoluto con el estilo de sus amigas las hermanas López de Heredia—o al menos con la idea que Camblor siempre se ha hecho de estas admirables damas del vino. Pero al de julio de este año, que es mal que bien el mismo que ahora escribe estas líneas, ya eso de meditar tanto sobre los fenomenetes de la cultureta del vino no le va. Shit happens. Y uno bebe para olvidarlo, sea a cantazo alcohólico o por la experiencia sublime de un vino extraordinario.

Ya, ya, no los voy a dejar sin mi descripción de este más nuevo Tondonia Rosado.Lo de tener un iPad es cojonudo. Ya ni siquiera tengo que molestarme en comprar libretitas negras. Voy a “Notes” y tengo un bloc de lo más mono del que luego copiar y pegar todo lo que apunte. Haraganística y ecológicamente es un palo. Lo que apunté en aquella noche, en la que por casualidad había fuegos artificiales sobre Manhattan, pues se celebraba la independencia de Estados Unidos…

R. López de Heredia, “Viña Tondonia” Rosado Gran Reserva, Rioja 2000: Todavía me tripea eso de “Gran Reserva”. Yo a esto siempre lo recordaré por su antigua designación de “Crianza”, den las reglas de la DOCa para lo que den. Y francamente está demasiado cerrado ahora mismo. Esta será una nota terriblemente injusta si es la única que tomo y publico. Queda pendiente otra botella en unos meses. Y otras en unos años.  Mucha barrica vieja por delante en nariz ahora mismo, con notas de comino, cardamomo y calabaza. También fresa y azahar. Un tanto delgado y difuso en boca. No hay mucho de que comentar más allá de la enérgica acidez y los tonos de frutas secas y especias. Buen largo. Necesita reposar, encontrarse a sí mismo y estirar el cuerpo.

Me pone esto en ánimo de rosado. Cosa que sólo conducirá a frustración, pues a esta isla del Caribe donde decidí habitar no se importa mucho que no sea como esos tintos del tedio que describí arriba, aquellos que les gustan a los que “sólo beben tinto”. Aquí son pocos los rosados que me traen. Y casi ninguno a la altura de mis deseos.

spacer O sea que hay que largarse a otro lado a buscar rosado. Quizás por eso es que, cuando viajo a puntos más mentiabiertos del planeta, mis apuntes vienen tan llenos de… Eso. Rosados.

Hay vinos que considero viejos amigos. No me defraudan. Podré saltarme una añada y cuando vuelvo a ellos lo que encuentro me es perfectamente familiar, reconfortante, una muestra de que, por más que  jodamos los seres humanos, el mundo puede mantener constantes estéticas.

Eso, amigos y amigas, da paz.

El apaciguante que me motiva a así expresarme es el rosado de Domaine du Bagnol.

La tarde en que llegamos a Nueva York los camblores yo me dirigí inmediatamente a Whole Foods para comprar vituallas con que hacer la cena (¿les conté lo maravilloso que es alquilar un apartamentico con cocina en Manhattan, en vez de un cuarto de hotel?) y a Columbus Circle Wines para adquirir lo de beber. Ambas tiendas quedaban al apenas cruzar la calle del apartamento. Dos pluses de los grandes.

Al chico del mostrador le hizo mucha gracia que todos los vinos que elegí eran importados por Neal Rosenthal. “¿O sea que usted es un hombre de Rosenthal?”, me preguntó risueño. Yo repliqué: “Eso es porque no veo aquí nada de Dressner o José Pastor, amigo”. Para que no se me atribuyese demasiada fidelidad a Rosenthal, agarré una botella de Huet seco también.

spacer En Whole Foods había comprado algo de pescado. Pero lo que me tenía ilusionado era una preciosa rúcola silvestre con la que preparar una ensalada de verdad, orgánica, fresca y revitalizante. No recuerdo muy bien lo que hice, entre una cosa y otra. Pero la foto de la izquierda es de aquellos verdes—algo que sería imposible de encontrar en Santo Domingo. Otra cosa para la que he de viajar.

¿Qué hay que decir del vino? Pues… Domaine du Bagnol, Rosé, Cassis 2009: Voluptuoso. Una funeraria llena de flores. Fresas bonbonescas. un toquecito de alcanfor. Más amplio y menos delicado que otras añadas. Pero atractivo en su suculencia e inmediatez. Lo que hace, lo hace sin perder nada de elegancia. Melón alegre y facilón. Amarguito posgustero. Agradable. Puestos a elegir, diría que prefiero las manifestaciones más lineales de este vino, en añadas quizás más frescas. Pero tal como es este 2009, es una gozada.

BUeno, es sábado por la tarde y ya les he molestado bastante. Recordando los rosados potados alegremente en mi añorada Nueva York (tengo más de los que contar), me viene a la mente el título de una canción de un grupito que descubrí durante ese viaje de julio. “Technicolor Health” es precisamente mi actitud actual hacia los colores que tiene y da a mi vida el vino.

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Lo que hice este verano, 1

Posted on septiembre 11, 2010 | 9 comentarios

¿Cómo decirles, cómo contarles?

No pienso seguir un orden cronológico en mi narración de los hechos camblorianos durante el verano de este 2010. Si quieren, pueden tomarse mis próximas seis o siete entradas medio en plan Rayuela y entrarles por donde les convenga.

En este momento, breguemos rapidito con algo que me da, como diría mi mujer, “un poco de pachó”, o sea, vergüencilla. No quiero que se convierta en algo como cuando mamá descubre la colección de porno de su hijo monaguillo, o sea que me pongo alante. Y así…

Llegó a mí esta comiquísima serie de RTVE en unos discos aparentemente grabados en el DVR de alguien. Alguien que quería compartir. El primer episodio lo ví por puro morbo, no pensando llegar muy lejos. Pero resultó que me enganché, viendo cantinflada tras cantinflada, esperpénticas actuaciones,  tremebundos giros culebrónicos y chapuzas de Deus ex machina dignos de… Bueno, no entremos en comparaciones. Por puro vicio, fornicio y las inmensas carcajadas que me produjo ver un personaje principal amnésico antes de concluir el primer capítulo, un malévolo patriarca que no dejó de recordarme ni por un momento a Pepe Peñín,  el TCA utilizado puntualmente como arma de destrucción instantánea de una bodega,  cuernos por doquier, cadáveres en la viña, trapicheos bodegueros varios: Por todo esto ahora no me perderé lo que viene en Gran reserva. Esta ludicomedia que tanto abusa del vino como tema seguro que se lleva un Botellazo™ a final de año. Y si no tengo una categoría donde quepa, tendré que inventármela. Algo del orden de “Enoesperpento mediático del año” o alguna otra cosa más alusiva al bastardeo descarado de la (ya bastante chipojeada)  “moda del vino” y la expansión multimediática de la cultureta.

Bueno, a menos que el reality show de Pancho Campo esté aún más cachondo y le robe el premio.

Todo esto me recuerda a alguien que objetó a cierta frase mía, emitida en el recuento de una velada de impresionantes vinos que, considerando el clima actual y todo lo que anda por ahí, bien podían ser sublimes falsificaciones. Escribí: “Si alguno de los vinos más sublimes de esta velada era falso, pues su autor tiene todo el derecho de considerarse un artista.” Y lo decía de corazón. Hoy día, en el vino y en tantas otras cosas, ya vivimos a base de puro simulacro y facsímil, de naturaleza moldeada al marketing, de posturitas y vacío. He llegado a pensar que quizás, en vez de sufrir tanto por lo real y lo natural y lo honesto que se ha perdido, quizás debamos decidir jodernos y sencillamente operar en una escala que premia al que nos ponga el mejor camelo. Sea en la botella, sea en la página, sea en la pantalla, sea en el disco.

spacer Hablando de otra cosa, algo que se ha burlado las barreras temporales es el conjunto de cajitas de vino que me han mandado queridos amigos como Laureano Serres, Alfredo Arribas y Pepe Herrero para ayudarme a mantener la cordura en este enoerial que es Santo Domingo. Gracias a ellos, cada vez que me apesta la selección de vinos disponibles localmente (que ya de por sí apesta menos, pero de eso hablamos luego) tengo algo interesante a que echar mano.

Les mencioné ayer que me la he pasado también haciendo una extensa exégesis de Marquee Moon. Otra cosa que he estado escuchando mucho es a The Delgados. Una banda a la que no había prestado suficiente atención, aunque habían hecho apariciones pasajeras en mi conciencia. Pues me regalaron un álbum de todas sus Peel Sessions y me los he estado gozando enanísticamente. Por ejemplo:

El desgano que le tenía a bloguear, junto con el mono que me entró al terminárseme los DVDs de la primera temporada de Gran reserva, me motivaron a dedicar muchas horas a practicar la guitarra. También hice algunos acercamientos a ver si formaba aquella banda punk de cuarentones de la que alguna vez les hablé. No mucho éxito de ese lado. Me faltan dos para el trio.

Pero mi promiscuidad youtubera ha conseguido que me tope con una posible solución al problema. The Black Keys lo hacen. También The White Stripes. Y, sobre todo, The Kills…

Sé por lo menos de un purista bilbaino al que le dará algo, pero les digo que me veo con una cajita de ritmos y una chica de rabioso atractivo gruñéndole al micro. Si le metemos un poquito de sandunga y radiomalanguismo, va y salimos con algo chulo.

spacer Ya ven. Aún no les hablo nada de los vinos que me he tomado, las comidas que me he y no me he comido. Eso queda para otro momento. Es que no acabo de ver como cabe una nota de cata en mi nueva onda. Pero me lo figuraré. Les dejo con una imagen, de esas que valen más que las 796 palabras que preceden a esta oración. Es un retrato de ambición alimenticia. Mi paz en un plato.

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Un leve retorno

Posted on septiembre 10, 2010 | 10 comentarios

spacer El verano se me ha ido volando. Claro, hay maneras de volar y maneras de volar. Porque a veces volaba como un zepelín y otras como el Enterprise cuando le pegan al botón de “Hiperespacio”. He estado hasta el cogote del trabajo del que paga las cuentas. He tenido serios problemas de salud. He mejorado mucho en la guitarra. Me he metido en una dieta que funciona y adelgazado una buena tajada. He pensado muchísimo en si de verdad me apetecía tener un blog de vinos en una internet donde ese género de blogs, como le gustaba decir a un buen amigo, “hiede a barco viejo”. He ponderado mis posibilidades creativas  en torno a la cocina. De nuevo estoy pensando en poner un restaurante. Me he maravillado de lo increiblemente aburrida que ha estado la cultureta del vino en el par de meses que llevo sin escribir aquí—porque no sé cuanto vaya a dar eso del reality show de Pancho Campo, la verdad… He pasado horas y horas escuchando y analizando una y otra vez el portentoso Marquee Moon de Television. He descubierto una faceta de mi personalidad a la que le joden muy pocas cosas. Pasé dos semanas maravillosas en un apartamentico alquilado en Nueva York, cocinando a diario y consumiendo vino de verdad como si no existiese un mañana. He redescubierto a George Duke. He ponderado seriamente la etiqueta y consecuencias de deshacerme del 80% de mis “amigos” de Facebook. He disfrutado inmensamente las carcajadas de mis hijos mientras ven los muñequitos clásicos de Tom & Jerry. Tengo una camiseta muy mona que me mandó de regalo Laureano Serres. He leido un montón de libros en mi iPad y, para ser honesto, no extraño el papel. Me he maravillado de lo mucho que llueve en el Caribe en verano. He visto una botella de Tondonia con un cintillo de papel alrededor que lo anunciaba como “recomendado por el New York Times.” Y hablando de blogs de vino, el único que he leido asiduamente ha sido Saignée. WordPress me ha cambiado un poco el formato y ni me dí cuenta. Desapareció mi inmenso Blogroll. Espero que pueda restaurarlo. Otra verdad es que no me hizo falta bloguear en lo absoluto. Al menos no a nivel visceral. Esto peligró durante un par de horas. Pero luego…

¿Me extrañaron?

Ya he vuelto. Ya. Mañana comenzaré a contarles en más detalle todo lo que he vivido, bebido, comido (o no comido), leido, escuchado, chismoteado, jodido, sufrido y sandungueado en el verano.

Mañana.

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Lo que viene derecho…

Posted on julio 29, 2010 | 13 comentarios

spacer Ya, ya… He estado ocupadísimo en el trabajo de verdad, sin tiempo ni particulares ganas de bloguear sobre vino y mucho menos sobre su (en estos momentos aburridísima) cultureta. Encima me he puesto en una terriblemente efectiva dieta con un nutriólogo dominicano, a ver si acabo de adelgazar los veinte kilos aquellos. Eso no da ni para mucho vino del que escribir, ni para particularmente buena comida con que maridarlo. Algunos queridos amigos me han escrito para preocuparse por mi aparente abandono de La otra botella. Les he dicho que no está muerta, es que su autor está hasta el cogote en otras cosas. Otros amigos me han escrito para participarme esta noticia.

Jim Budd informó en Decanter.com que Pancho Campo había sido “exculpado” por la Interpol y su nombre había sido retirado de la lista de “buscados”.

“He sido informado hoy de que la Interpol ha aceptado mi solicitud para retirar mi nombre de su lista. Hallaron que se había cometido un error y una injusticia contra mí (mi traducción) “, pone el comunicado de Pancho Campo citado en el artículo de Decanter.com.

Ya estaba yo listo para unirme a las voces de felicitación al Sr. Campo por esta vindicación, cuando decidí volver a leerme el texto de Budd, además de dos o tres cositas más que encontré en la red con respecto al retiro de Pancho Campo de la lista de “buscados” de la Interpol. Luego le metí a Google. Y ya de ahí para alante comencé a hacerme preguntas. Soy así. No puedo evitarlo.

Sería de esperar que una institución policial o judicial, al haber cometido “un error” y admitido “una injusticia”, diera fe pública de ambas cosas y ofreciera disculpas al afectado, en este caso el Sr. Campo. No encontré un documento a tal efecto en ninguna parte. Eso me resultó curioso. El mencionado “error” y la consiguiente “injusticia” afectaron seriamente a Pancho Campo y supusieron como mínimo un desagradable bache en su trayectoria profesional. Además, ese “error” y esa “injusticia” potencialmente  indujeron a su vez a error no solamente a los periodistas que dedicaron ancho de banda y tinta al “affaire Campo”, sino a uno que otro bloguero inquisitivo y al público vinero en general.

Vamos, que era para que hubiésemos oido y leido mucho más de la agencia policial que lo que se encuentra actualmente con respecto a este caso.

Busca uno el “aviso rojo” sobre Pancho Campo que tan fácilmente se encontrara hace unos meses en la web de la Interpol y no aparece, o sea que es muy cierto que ha sido retirado. Hasta ahí, todo bien.

Pero luego uno se pone a ver todo lo que hay circulando y resulta que la fuente de la información es única y exclusivamente la comunicación emitida por el propio Pancho Campo. No es que quiera uno fastidiarle el momento, pero sería bueno que la Interpol y las demás autoridades pertinentes no solamente corroboraran el hecho del “error” y la “injusticia” (a vueltas vamos con lo de las comillas; no se pueden retirar hasta que todo esté pristinamente claro y se hayan cancelado todas las preguntas), sino que ofrecieran el modo de enmendar el daño hecho al Sr. Campo.

Claro, eso no sé lo que pueda implicar para todas las partes.

Pero a lo que iba. La labor de un buen periodista es seguir la historia hasta sus últimas consecuencias. Siendo nuestros tiempos como son, ese seguimiento muchas veces ocurre ante los ojos del público. Lo vamos viendo as it happens. Y hoy Jim Budd ha publicado en su blog, Jim’s Loire, una nota muy interesante.

Hay un dicho dominicano que siempre me ha gustado. Lo repito cada vez que hay algo que me aviva mi alegre ceja derecha, tan dada a alzarse a la más mínima provocación: “Lo que viene derecho no trae arrugas”. Esa entrevista de Jim Budd con un oficial de la Interpol como que expone alguna arruguita. ¿O no?

Por alguna misteriosa razón, mientras escribo esta breve entrada, me encuentro tarareando una tonadita pegajosísima de aquellos ochentas que están ya tan lejos y a la vez tan cerca. Luego hablaremos ya del vino de Iniesta, que dizque viene por ahí. Por el momento, les dejo al Timex Social Club con un clásico que siempre está à propos

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Etiquetado Interpol, Jim Budd, Orden de arresto contra Pancho Campo, Pancho Campo MW

Uno de Lepe

Posted on julio 22, 2010 | 3 comentarios

Perdonen, amigos. Hace veintitantos días ya que no escribo nada aquí. No tengo excusa alguna, más que el exceso de trabajo del que paga las cuentas (que no es este blog, que es afición y no profesión, aunque a veces se me olvide). Bueno, quizás puedo encontrar explicaciones: La internet del vino últimamente como que anda algo parca en general. Poco de interesante se ve. Y para andar escribiendo más de lo mismo, pues…

Bueno, o no. Porque hoy me mandó un amigo un enlace a este fascinante artículo, cuya moraleja cae más o menos entre Larra y Lepe. Me reí mucho. Espero que ustedes también, porque cómico sí que es.

Para que no se me sientan abandonados, les dejo con una musiquita en lo que encuentro como organizar todo el material que he recogido en el último par de meses para convertirlo en entradas razonables de este blogcillo mío y de ustedes. Resulta que de una fusión de  genes de Bruce Springsteen, The Replacements y The Clash surge una encantadora bandita de nativos de Nueva Jersey. Ladies and gentlemen, por si no les conocen, les presento a The Gaslight Anthem. Los estoy oyendo muchísimo últimamente…

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Etiquetado China, José Peñín

32 días de vino natural, día 11: Nisswa, Minnesota…

Posted on junio 29, 2010 | 4 comentarios