‘Y ahora, esperando no haber cansado a mis amigos con prolijos apuntes científicos, teorías y deducciones, diré que me embarqué en esta aventura sólo por contar la historia de la aventura misma’.
Joshua Slocum
Todas las cosas empiezan con una decisión y terminan con otra. Dicen que la habilidad del jugador es retirarse con lo ganado sin perderlo todo, conservando en las ganancias, para su bien, el propio placer de jugar. También dicen que donde termina algo, empieza otra cosa, mejor o peor, pero necesaria por distinta. Cualquier búsqueda exterior es, en esencia, una excusa para encontrarse con esa parte de uno que respira en los otros. Fuimos así viajeros de fortuna, sin duda, y concluímos esta travesía agradecidos.
No hemos querido hacer ruido. Opinamos sobre los textos ajenos expresándonos—de manera escueta y humilde—en el titular de su reseña. Y bastaba. Inventamos palabras por si las conocidas, alguna vez, no sirvieran para entendernos. O por jugar con lo que amamos. Quién sabe. Somos letras en tránsito. Asomaron imágenes de mundos pequeños y escribimos nuestra Internet sin firmar al pie, anónimos: sólo texto, sin otra defensa que su eficacia.
Las mejores preguntas se responden con otras preguntas. Partimos ahora a distintos puertos de abrigo. No sabemos por cuánto tiempo. Quedan, para su disfrute y orientación, las cartas de navegar y nuestras fuentes.
Fue un placer.
Gracias, y hasta la vista.
4. Nomina sunt consequentia rerum
Me abraza en el umbral. Desnuda, vestido. Un saxo suena tras la sábana que separa dos habitaciones, clavada por sus extremos con chinchetas. Una vieja tose. Borbotea la caldosa en un puchero deforme, el aire del mar extingue dulzores transpirados, una niña chupa caña virgen con la mirada morosa. Ven mi amor, el saxo me busca entre las ingles, sus manos aflojan la correa.
Ven mi amor, su fulgor me abarca, la vieja pregunta ¿frío ya los plátanos? La niña, vestidito rojo, camisa blanca-jabón de pan, la niña trencitas aceitadas de coco me mira con ojos isleños, mientras me dejo ir en el turbión abismo de su madre.
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establecer o reformar algo hasta hacerlo insociable, de un modo gigante.
instituir la regla del pedrisco.
‘Hay una grieta en todo, y por ahí es donde entra la luz’.
Leonard Cohen.
PUENTE AÉREO: Los ojos de Kubrick: ‘Esa es parte de la mecánica del experimento de Kubrick. El experimento completo es más complejo, y se repite en muchos de sus films: miramos la pantalla; la cámara observa al actor minuciosamente; el actor mira su pantalla; en algún momento, luego, el actor mira hacia la cámara con detenimiento, y súbitamente nos convertimos en los sujetos observados. Hemos creído ser los doctores que sobrevuelan con la vista el pequeño laberinto, sólo para descubrir que estamos nosotros en el laberinto y somos los observados. (Por cierto, eso ocurre casi literalmente en un pasaje de El resplandor)’.
Iluzii optice de Eugen Erhan.
vía : la tarde :: Iluzii optice :: July :: 2006.
Kirai.NET – Un geek en Japón by Héctor García » Suikinkutsu y Shishiodoshi: ‘Las Suikinkutsu (水琴窟 – Agua, Koto (Instrumento musical), Cueva), son a simple vista mucho más sencillas porque su complejidad se esconde bajo tierra. Estas fuentes generan sonidos “musicales” dejando caer gotas de agua muy poco a poco a una cavidad bajo tierra diseñada especialmente para generar sonidos armónicos agradables al oído. Si te lavas la manos en un Suikinkutsu puedes oir como van cambiando los sonidos, es como si estuvieras tocando un instrumento musical’.
1. Huesos en la confluencia
Vuelven, como cada año a esa playa. Vuelven como los elefantes a los puntos de la tierra en que se ven obligados a abandonar a sus caídos. Vuelven para remover la arena, para hozarla un rato, para derramar lágrimas secas, para mirar el mar, por fin, antes de partir a otro regreso. Quedan huellas de camino, como si todas las travesías fueran circulares.
2. Regarder l’Antropologue
Equipan a la deidad durante dos noches consecutivas, entre salmodias e invocaciones. Las impuras le mojan los labios con sus flujos menstruales, las viejas se arrancan los últimos vellos púbicos y los esconden entre sus cabellos. Después hacen vaticinios volcando un saquito de caracoles vivos sobre su vientre cubierto con un paño ritual. Al alba del tercer día, los hombres suben con él a una chalupa. Al cabo de dos semanas, una marea escupe, con trueno y relámpago, el cuerpo desnudo del ídolo. Las cosechas son buenas, las lluvias justas, los cerdos gruñen cebados en las cabañas, los tifones pasan de largo. De los hombres nunca vuelve a tenerse noticia, pero nadie hace preguntas.
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prestigio de cortesana.
Lo que duele es siempre miedo al dolor, estamos hechos de dolor. ¿De dónde procede esta penuria de imaginar la penuria de otros? ¿De dónde la vergüenza insoportable al contemplar su dolor? El peso de los secretos colapsa las estructuras: el dolor es meramente un asunto sexual.
Escucho a Ewa Demarczyk temblando como una hoja.
Las pilas de comics—D’Artagnan, Intervalo, El Tony—la voz de Amália, las jarcias de barco encerándose entre sus dedos. Los veinte mil libros, los cuadernos, los recortes de Epoca, las fotos, las uñas mordidas hasta la cutícula, ese barrito exactamente igual al tuyo, en la quijada. El despiojamiento de los monos. Las brasas en el fuego, la nieve. Se está poniendo tetorona, tiene las gambas de su abuela. ¿De verdad te gustan mis muslos? No dejo de temblar. Escondía mis pechos. Me escondía. Me odiaba a mí misma porque todos sufrían. Comía para tapar el vacío. Hubiera hecho cualquier cosa por consolarles. Eran inconsolables. En su rostro, sin embargo, se había posado, como un raro insecto, la calma de lo impasible. Intenté curarles con las mejores notas, llené sacos de dibujos que después ardieron en un camino de grava. No fui capaz de consolar a mi padre. No fui capaz de salvar a mi madre de la carroña de las visitas. No puedo dar carne ya dada. No puedo amar más que a quien es mi límite. Estoy en la extenuación. Soy la más inútil de las almas del mundo, un texto de levedad, demasiado visible. Sólo tú no me has dolido.
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chacota sutil.
Un único anhelo de mi corazón ha encontrado nitidez absoluta en relación a las distorsiones del fondo. Es éste, entre todos los
viajes, el que medirá el resto. Ya podemos cerrar los ojos, dar el
salto de doble riesgo a la nada cumplida, al don del aún en el borde ascua de los labios. Ven dentro, habita la extensa profundidad señalada por tu carne en mis límites. Cálido, sencillo hasta el silencio. No te muevas. Respira.
‘Considerar perdida una batalla perdida y considerar ganada una batalla ganada es lo que lo mantiene alegremente a uno en el campo de la ciencia ficción’.
nadakedecir*.
Fotos de Calle .com.ar: ‘La fotografía de calle desde diferentes perspectivas’.
Nunca supimos por qué se empeñaba en reducir ‘Nadja’ a esas tres letras que nada tenían que ver con su nombre. Kai parecía salida de la canción de Moustaki. Nadja, Nadezja. Entonces las dos vías de fierro aún llegaban al mar cruzando las dunas, dando la inquietante impresión de que un mercancías iba a lanzarse al mar con toda su carga. Esa es la clase de preguntas que no acabas de formular del todo y por eso mismo jamás se te responden. Era rubia, como todas las guiris, rubia-rubia, convencida, se había cortado el pelo tan corto que de atrás podía confundírsela con un chico. Pecho de tabla, vientre de tabla, culo de tabla. Un gigantesco lunar en la nalga izquierda, nacarina. Estábamos locos por ella. Todos: las chicas también. Aquel verano no fue de amores fugaces, sino más bien una orgía meticulosa y permanente, todos con todos y todos con ella.
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cesación natural del impulso onanista.